En enero de este año, la proliferación de algas Noctiluca scintillans en la costa de Hong Kong nos dejaba una impresionante imagen donde las algas iluminaban el mar con su brillo azul fluorescente. Mientras, el investigador Pierre Calleja inventaba unas farolas que funcionan a partir de algas marinas aprovechando el proceso de la fotosíntesis. Ahora, es el turno de la bioluminiscencia: una posible fuente de energía a coste cero para el Planeta.

La bioluminiscencia de ciertas algas y bacterias es un fenómeno químico y natural que puede suponer una alternativa real a las luminarias tradicionales en ciertos lugares. Investigadores de la Universidad de Sevilla han patentado un procedimiento de cultivo de poblaciones bacterias ‘vibrio fischeri’ y algas unicelulares ‘pyrocystus fusiformis’ con las que pretenden crear dispositivos bioluminiscentes construidos con materiales biodegradables y reciclados. Sus dos grandes ventajas: no consumen energía eléctrica ni generan residuos en su fabricación. Son 100 por cien reabsorbibles por el entorno natural.

Los investigadores de la Facultad de Química de la Universidad de Sevilla, que trabajan junto a expertos de la Universidad de Columbia, en Nueva York, son muy conscientes de que el cultivo de estos microorganismos no alcanzan la potencia suficiente que puede tener una farola. Por ello, su uso no sería para iluminar ciudades, pero sí para dar luz o señalizar lugares donde no hay contaminación lumínica, como por ejemplo Parques Naturales. Un paso importante teniendo en cuenta el impacto negativo que puede generar una luminaria tradicional en entornos naturales delicados.

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