Las bolsas de papel tienen numerosas ventajas ambientales. Para empezar son biodegradables. Apenas tardan entre tres y seis meses en degradarse sin dejar residuos tóxicos. Recordemos que una bolsa de plástico fabricada de los derivados del petróleo tarda más de 150 años en desaparecer.

Las bolsas de papel son además reciclables. Cada bolsa de papel puede recuperarse hasta cinco veces. En España reciclamos el 74% de las bolsas de papel que utilizamos, convirtiéndonos así en líderes europeos en reciclaje de papel usado. En total, España recicla 5 millones de toneladas de papel usado.

Otra ventaja ambiental es que las bolsas de papel con certificación FSC y PEFC nos aseguran que proceden de bosques gestionados de forma sostenible. La madera, la materia prima para fabricar papel, se cultiva en plantaciones forestales de pino y eucalipto destinadas para la producción de fibra de celulosa que son gestionadas de forma respetuosa con el entorno. Estos sellos también conllevan el compromiso de que por cada árbol talado se plantan cuatro más, lo que ayuda a al crecimiento de nuestros bosques que se convierten en grandes sumideros de CO2. Sólo en España las plantaciones para papel almacenan 50 millones de toneladas de CO2.

Además de las ventajas ecológicas, la nueva generación de bolsas de papel son muy resistentes al peso y a la humedad. Según datos del ITENE (Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística), las nuevas bolsas de papel tienen una mejor resistencia, tanto que una bolsa pequeña puede soportar hasta 12 kilos y una mediana hasta 14 kilos. También están preparadas para soportar la humedad que generan los alimentos refrigerados o congelados.

Con todo, la bolsa de papel es una buena opción para cuidar el medio ambiente cuando hacemos la compra o necesitamos transportar cosas, aunque sin duda, la bolsa más ecológica es la que no se usa.

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