La investigadora Norma Alcantar y su equipo de laboratorio en la Universidad de South Florida en Tampa, Estados Unidos, llevan a cabo un estudio científico que prueba la eficacia de un método ancestral usado por las comunidades indígenas de México para la purificación de aguas contaminadas a través de la baba del nopal. Esta técnica es una solución económica y viable para comunidades rurales que aún no purifican el agua que recogen de ríos, manantiales y pozos, en muchas ocasiones contaminada y por tanto fuente de infecciones, así como para poblaciones sin acceso a agua potable tras desastres naturales. 

“Deberán encontrar un águila devorando una serpiente, el águila estará parada sobre un nopal,  y el nopal crecerá sobre una piedra que emergerá de entre las aguas, y ahí, en ese lugar, deberán construir mi templo y edificar una ciudad…”. La profecía del dios Huitzilopochtli, una de las grandes deidades de los mexicas, dio un papel protagonista al nopal en la historia de México. Cuenta la leyenda que, en medio del lago de Texcoco, en el valle de Anáhuac, los mexicas (aztecas) encontraron ese nopal -del náhuatl nopalli- que marcaba el lugar donde fundar Tenochtitlan, la nueva capital de México. Presente en la geografía de prácticamente todo el territorio nacional, es uno de los símbolos de mexicanidad que acompaña la iconografía del país desde una posición destacada.

Los usos que las culturas prehispánicas daban al nopal (chumbera), nombre con el que popularmente se conoce en México a las distintas especies de Opuntia ficus-indica, son muy variados. Frutos, pencas y savia servían de alimento y bebida en terrenos semiáridos, donde otros cultivos no lograban darse por falta de agua. Se usaba también como planta medicinal, como forraje para el ganado, para crear tintes naturales aplicables a las artesanías y textiles, como combustible para el fuego…  la lista es interminable. 

Pero además, desde hace siglos, las comunidades indígenas del centro de México usan la baba que contiene  la penca del nopal para purificar el agua turbia de manantiales y pozos de los que se abastecen sus pobladores. Este conocimiento ancestral se fue transmitiendo generación tras generación, logrando incluso el reconocimiento por parte de la comunidad científica gracias a estudios como el que impulsa la Dra. Norma 

Alcantar, profesora asociada del departamento de Ingeniería Química y Biomédica de la Universidad de Florida del Sur, en Tampa, Estados Unidos. 

Su equipo de investigación demostró que el mucílago, nombre que se le da al líquido viscoso que contienen las pencas del nopal, es capaz de purificar aguas contaminadas con sedimentos, bacterias y ciertos metales pesados hasta hacerlas aptas para el consumo humano. 

“Recuerdo que mi abuela me contaba de niña que utilizaba la baba del nopal para purificar el agua que tomaban del río y siempre me había preguntado qué explicación científica tenía este proceso. Después de una tormenta u otro acontecimiento que removiera el curso del río, las aguas se enturbecían, por lo que para poder beber agua en las comunidades rurales, era común recurrir a esta técnica, que conseguía limpiar el agua con el líquido que quedaba después de cocinar el nopal”, explica la Dra. Alcantar a twenergy. Cuenta que en sus inicios realizó una investigación junto con antropólogos en México y descubrieron que esta práctica era muy extendida en las comunidades rurales de los alrededores de los dos grandes volcanes de México, el Popocatepetl y el Iztaccihuatl.

El mucílago actúa como una sustancia floculante que aglutina sólidos en suspensión facilitando su posterior precipitación. De este modo, las partículas contaminantes se agrupan en núcleos más densos que, por su propio peso, se depositan en el fondo del agua, facilitando el filtrado. En el caso de aguas contaminadas con metales pesados como el arsénico, el proceso resulta algo más complejo, pero consiste igualmente en la capacidad de esta sustancia de separar y agrupar los metales, que suben a la superficie del agua y pueden ser retirados. 

Un recurso abundante y asequible

Esta investigación reafirma el aprovechamiento de las plantaciones de nopales como una alternativa viable para comunidades sin recursos ni suministro de agua en países como México, donde carecen de agua potable casi nueve millones de personas, de las cuales cinco millones viven en zonas rurales. 

Si a ello se le suma que, según los datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), en México se producen alrededor de 651 toneladas de nopal al año como resultado del cultivo en 26 estados de la República; la opción merece ser considerada. 

La simplicidad y los asumibles costes de este método de purificación a través de la baba de nopal pueden beneficiar también a comunidades que, tras un desastre natural, no tienen acceso a agua potable. “En 2010, después del terremoto, viajé a Haití para evaluar en terreno el potencial del uso de esta solución basada en el cactus para aliviar el problema del acceso al agua potable en una situación de emergencia y los resultados fueron muy positivos”, argumenta la profesora Alcantar.  

Según el informe “Ríos mexicanos, ríos tóxicos” de Greenpeace México, en este país, cientos de sustancias tóxicas son vertidas a los ríos cada día y solamente una docena están regulados. Ya sea por desconocimiento o falta de costumbre, hay muchas comunidades de bajos recursos que aún no purifican el agua que beben. La concienciación en estos casos resulta clave, especialmente en aquellas comunidades que viven cerca de explotaciones mineras, industrias o a las afueras de grandes urbes, donde es más probable que afluentes, lagos, manantiales y pozos contengan sustancias tóxicas. 

El agua adquiere cada vez más valor en la consciencia contemporánea y comenzamos a mirar alternativas para facilitar su disponibilidad en condiciones adecuadas. Grandes inversiones en investigación están en marcha para intentar vislumbrar soluciones de futuro. El panorama no es halagador frente a la crisis hídrica que se avecina, sin embargo, proyectos como éste abren una puerta a otra visión donde el pasado puede tener respuestas a nuestros dilemas presentes y futuros. El uso del nopal para purificar agua es una técnica prehispánica que ha conseguido llegar hasta nuestros días y es parte de ese conocimiento ancestral que demuestra la relación de los antepasados de los mexicanos con el preciado elemento. Y es que desde su cosmovisión el agua es sagrada y como tal tiene secretos y poderes que nuestra generación parece haber olvidado.

Fuentes: University os South Florida |  SAGARPA | Greenpeace

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