Desde entonces, han ido apareciendo muchos otros proyectos, como el último ingenio de un diseñador industrial de San Juan: Sulky, un coche de 1,65 metros de alto, unos  2,50 metros de largo y 1,70 de ancho, que se mueve gracias a la electricidad y la energía solar y que ha sido diseñado cien por ciento para el turismo. “Un vehículo bien argentino, económico, sin mucha velocidad, para pocas personas –para dos– y ecológico”, como lo define su inventor.

Sobre el plano, los trabajos comenzaron en agosto de 2009 y no fue hasta mediados de 2011 cuando se terminó la construcción. Para alimentarse de energía, el auto dispone en uno de sus extremos de un enchufe para conectarlo a 220 voltios, así como una pantalla solar en su techo cuyos paneles fotovoltaicos mandan la energía solar captada hacia una batería de litio que la almacena y luego la transforma en energía en mecánica. Con estos aportes, Sulky es capaz de alcanzar los 60 kilómetros por hora.

Dado lo ligero del diseño –está fabricado con aluminio ligero o fibra de carbono, vidrio, plástico y acrílico– y su finalidad exclusivamente lúdica, el auto incluye un sistema de pedaleo liviano para disfrutar de otro modo el recorrido turístico. En cualquier caso, el pedaleo se complementa con los cuatro motores eléctricos y el acelerador instalado en el volante. Además, el ingeniero ha incorporado últimas novedades que aumentan el confort del pasajero, como WiFi y un GPS capacitado para ubicar los principales destinos turísticos.

Se dispara el ingenio argentino

Estos dos ejemplos no son la única prueba de que alrededor del vehículo eléctrico se ha disparado el ingenio argentino: Los investigadores del Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA) de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP han conseguido armar la primera batería de litio instalada en un ciclomotor. Esta batería sólo pesa 12 kilogramos de peso, es decir, un cuarto de las de plomo utilizadas actualmente.

El resultado es una motocicleta eléctrica, con una autonomía de 60 kilómetros y una velocidad de hasta 58 kilómetros por hora. El tiempo de recarga de la batería, a través de un tomacorriente convencional de 220 voltios, tan sólo requiere un lapso de cuatro a ocho horas según las necesidades del usuario. Además, no sólo  almacena más energía en menor volumen, sino que acepta más cantidad de ciclos de recarga, por lo que su ciclo de vida es cinco superior que el de las convencionales.

Fuentes: Twenergylosandes.com / proyectosandia.com.ar / elsolonline.com / wikimedia

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