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Por ello, acometer el tratamiento de su envolvente mediante un aislamiento con lana de roca,  reduce  la demanda energética y los niveles de presión sonora -además de ser incombustible- garantizando a los huéspedes un espacio de confort y seguridad  durante su descanso.

Una de estas soluciones constructivas es la fachada ventilada. Este sistema se compone de 3 capas, una interior fijada sobre la fachada del edificio en la que se ubica el aislamiento, una segunda capa consistente en una cámara de aire de unos 3 cm y una tercera, exterior que es la que da la imagen a la fachada.

Una de las grandes ventajas de este sistema es que se ejecuta en su totalidad por el exterior, sin interactuar con el interior, y si se lleva a cabo una correcta coordinación de obra, con nula afectación sobre la actividad del hotel. Otras ventajas no despreciables son la eliminación de puentes térmicos y la disipación del calor excedente en fachada por el efecto chimenea de la cámara de aire, independientemente de una amplísima gama de acabados, lo cual encanta a los proyectistas y propietarios.

Gracias al uso de la lana de roca en la primera capa, mejoran las características de la fachada ventilada, por lo que en Rockwool denominamos 4 en 1: propiedades  termo-acústicas, incombustibilidad y durabilidad (aproximadamente unos 75 años de vida útil).

La mejora de la envolvente en el Hotel Blue Coruña

El hotel Blue Coruña es un hotel situado en el centro de la ciudad, que ha reabierto sus puertas después de permanecer 7 años cerrado. Para su reapertura, era necesario realizar una adecuación a la legislación existente. Es por tanto, además, un ejemplo de re-habilitación más que de renovación.

Ante la pregunta de cuál es el pay-back de la inversión en aislamiento, nosotros tenemos una respuesta muy clara: 0 años. Y el motivo de esta respuesta tan taxativa, se encuentra en lo citado anteriormente: había que “aislar” de todos modos de acuerdo a normativa. Pero a la hora de aislar, la propiedad y el arquitecto adoptaron varias decisiones:

1.    Buscar el espesor matemáticamente óptimo (aquél a partir del cual el sobrecoste ya no se amortiza a la misma velocidad).
2.    Hacerlo con materiales que aportasen más valor que el simple cumplimiento del CTE (recordemos el 4 en 1 de la lana de roca)
3.    Confiar en un fabricante global que en base a su experiencia le aportó una solución completa, incluso los paneles de acabado con rockpanel que le dan al hotel su imagen corporativa característica, además de otras prestaciones técnicas.

El resultado final es un Hotel con calificación energética B, con una reducción estimada de un 60 % sobre los consumos de su etapa anterior (no podemos olvidar que también dispone de una pequeña cogeneración para auto-consumo). Esta clase B es todo un mérito en un país como el nuestro, pues la clase A parece que sólo está reservada a edificios que usan como combustible la biomasa.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que confort, seguridad, ahorro y estética han sido los pilares  para llevar a este hotel a ser un claro caso de éxito. Todo ello en base a una relación inmejorable Propiedad-Proyectista-Fabricante.

Fuente: Elaboración propia / Rockwool / Envolvalia

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