Las conocidas como “Viviendas sin CO2” forman parte de una iniciativa impulsada por la organización no gubernamental china, Friends of Nature, que aglutina a unas cincuenta familias desde 2009. “Nosotros nos encargamos de las instalaciones y del seguimiento”, nos comenta Zhang Shushu desde Friends of Nature.

Estas instalaciones, fundamentalmente, consisten en equipamientos básicos para el hogar o métodos que permitan ahorrar recursos. “La energía es limitada. Y su uso ineficiente, además, contamina”; se puede leer en uno de los folletos del programa. En casa de Ou Yang, por ejemplo, todas las bombillas corrientes han sido sustituidas por el modelo eficiente LED. Fuera del edificio, al residir en una planta 28, hay paneles fotovoltaicos instalados que permiten aprovechar plenamente la energía solar. Y dentro, en casa, cuenta también con un panel hidráulico que le permite mantener una humedad óptima. “En Pekín llueve poco y hay mucha sequedad”, constata Ou, “pero podemos disfrutar de una atmósfera agradable sin tener que gastar energía”. Con la energía solar, nos comenta, es posible calentar el agua. Y las ventanas dobles, instaladas también dentro del marco de este programa, permiten ahorrar calefacción porque con ellas la temperatura puede subir hasta diez grados. Esto es importante tenerlo en cuenta porque, si cada hogar instalara este tipo de ventanas, se consumiría muchísimo menos carbón (por lo que la contaminación del aire también descendería notablemente). 

La señora Zhang, otra usuaria del programa, emplea además otros métodos para ahorrar recursos. Por ejemplo, para aumentar el efecto positivo de las ventanas dobles, la madera es material obligatorio en casa. Desde el parqué, hasta las camas, todo ayuda a superar el frío invierno sin necesidad de hacerlo sólo con ayuda del carbón. Las plantas, nos comenta esta antigua militar y bibliotecaria de universidad, mantienen un entorno agradable para respirar. Lo curioso, sin embargo, es como asegura alimentar estas plantas. Al parecer, va prensando las cáscaras de fruta en pequeños cubos hasta que se descomponen, y de ahí obtiene abono. 

Friends of Nature, por otra parte, es quien diseña los programas en cada casa con el objetivo de maximizar la eficiencia energética. “Los hogares no son todos iguales”, nos dicen, “cada uno debe contar con un programa personalizado”. El seguimiento de los diferentes medidores, que también tienen instalados para comprobar los resultados del programa, es muy constante. Y cada año, además, se organizan reuniones para resolver dudas y/o que cada familia comparta sus experiencias con usuarios potenciales de sus programas.   

En este sentido, y aunque cincuenta familias tengan un efecto residual sobre la preservación del medioambiente, el programa es importante por su potencial expansivo. “No cuesta absolutamente nada adoptarlo”, concluye Ou Yang, “y si todos lo hiciéramos estoy seguro de que reduciríamos sustancialmente la contaminación en Pekín”.

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