Ahorro energéticoPermitidme que hagamos juntos el ejercicio de evaluar el uso que hacemos de la energía en nuestro microecosistema personal. Tracemos tres círculos a nuestro alrededor. El círculo más concéntrico incluirá el entorno en el que ahorrar energía depende exclusivamente de nosotros, nuestro hogar. El siguiente será nuestro lugar de trabajo, donde podemos tener cierta influencia, pero no plena y el círculo más excéntrico será aquel en el que menos pintamos, aunque nos afecte directamente: la consulta del médico, el cine, la habitación de un hotel. ¿Os apetece? Avanzo y reflexionamos.

Empecemos por “mi casa”, “teléfono”. Hasta hace bien poco, el recibo que más nos preocupaba era el del teléfono, ¿quién no ha oído en nuestra cercana adolescencia la consabida amenaza paterna o materna “ya verás cuando llegue la factura del teléfono”?. Con las crecientes subidas del recibo de la luz y las que nos esperan, ahora somos nosotros quienes perseguimos a nuestros hijos apagando todas las luces que dejan encendidas a su paso. Pero no es suficiente, ni eficiente, porque en casa malgastamos energía sin saber cómo, cuándo ni dónde. Por ejemplo, la Agencia Internacional de la Energía ha calculado que en total se podría ahorrar hasta un 5 o 10% de la factura si se eliminaran los consumos en stand by de los aparatos eléctricos. ¿No te lo crees? Haz la prueba, calcula virtualmente tu caso en la web de la OCU (Organización de consumidores y usuarios), te sorprenderás.

¿Y los electrodomésticos, sabes cuánto consumes cuando pones una lavadora? pues mucho menos y con diferencia que si dejas mal cerrada la puerta del frigorífico. Eso sí, valoramos más que el aire acondicionado sea silencioso que su etiquetado energético. Ojalá esté equivocada y mientras leéis esto estéis pensando “no, yo no”. En cualquier caso, estoy convencida que si mensualmente tuviéramos un informe por internet o en el móvil de lo que consumimos con gráficos de colores y recomendaciones sencillas, como mínimo modificaríamos nuestros hábitos para consumir menos.

Dicen en Oxford, que sólo por estar informados y ser conscientes de sus consumos los usuarios pasan a ahorrar entre un 5 y un 15% de su consumo (DARBY, S. (2006): “The effectiveness of feedback on energy consumption” Environmental Change Institute University of Oxford)

Saltemos ahora al círculo siguiente, la oficina. Que levante la mano quién no ha tenido una discusión con sus compañeros por la temperatura del aire acondicionado. Yo tengo una amiga que trabaja rodeada de ingenieros, ella incluida (en casa de herrero…), y han llegado a hacer reuniones para planificar tareas y responsables, un poco más y subcontratan una consultoría. Pues bien, me contó que a primera hora cuando llega el de la limpieza, enciende la climatización. Cuando la sala se llena, modifican la temperatura de consigna. A media mañana bajan las persianas. A mediodía durante la hora de comer abren las ventanas para ventilar, todo un despliegue de ineficacia. ¿Os suena el cuento? A esto hay que sumarle los mails del responsable de administración rogando que los empleados no se dejen las luces y los aires encendidos cuando finalicen su jornada laboral. ¿no sería más rentable tener instalado un sistema de monitorización y gestión de consumos?

Así lo recomienda la Directiva 2010/31/UE relativa a la eficiencia energética de los edificios, que determina que los edificios tendrán que ser de “contaminación cero” y consumo de energía prácticamente nulo, invitando en su articulado (Apartado 2 del Artículo 8 de Instalaciones técnicas de los edificios) a los Estados Miembros a fomentar la instalación de sistemas de control activos, como sistemas de automatización, control y gestión orientados al ahorro de energía, cuando se construya un edificio o se efectúen en él reformas de importancia.

Nos queda antes de finalizar, analizar el entorno en el que nos movemos cuando no estamos en casa ni trabajando, el último círculo. Espacios en los que realizamos actividades y donde el que paga es otro, pero nos afecta igual.

¿No has tenido nunca frio en el cine? si hasta en el facebook existen grupos de protesta de damnificados como el de “yo también he tenido frío en el cine”. ¿Es necesaria que la temperatura de consigna sea tan baja? ¿acaso incita a comer más palomitas? Me cuestiono si los responsables de la sala habrán calculado cuánto consume energéticamente por película en función de la ocupación de la sala y cómo repercute en el precio de la entrada.

¿Te imaginas que cuando vas a un hotel te cobren el consumo de electricidad y agua que realizas? Pues no nos queda tan lejos, el sector turístico ya se lo está planteando. Según datos del Instituto Tecnológico hotelero, el 18% de la factura final de los gastos de un hotel corresponde al consumo energético. Cifra más que significativa para que sea necesario implantar medidas de ahorro.

Se acaba el verano, todos hemos tenido alguna vez un amor de verano, incluso algún desengaño sobre el que nos hemos hecho infinidad de preguntas, ¿y cómo es él? ¿a qué dedica el tiempo libre?

El objetivo de mi post es invitaros a que os hagáis preguntas sobre el uso diario que hacemos de la energía con el fin de que aumente nuestro nivel de consciencia porque el poder del ahorro está en nuestras manos. Depende de nosotros. La tecnología pone a nuestro servicio soluciones presentes en el mercado para monitorizar y gestionar el consumo de energía, que pueden ayudarnos a ahorrar hasta un 30% de la factura anual, pero al final quien tiene la última palabra es el que pulsa el botón: tú y yo.

Os dejo hasta el próximo post con ésta canción de Perales, en la que me he inspirado para escribiros. Ha sido un placer.

Fuentes: Twenergy / Flickr

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