Mejor prevenir

Para conseguir una conducción eficiente, debemos desterrar las siguientes prácticas:

Adiós al acelerón que provoca en muchos conductores el color ámbar que luce en los semáforos, además de ser una práctica un poco “chulesca” consume muchísimo combustible.

Mantener la distancia de seguridad. Evita tener que recurrir a los derrochadores frenazos que no sólo destrozan los neumáticos sino que además interrumpen la inercia ganada, con el consiguiente gasto de extra de carburante necesario para recuperar la marcha.

– Si el novio o la novia son los típicos tardones también es bueno que lo asumamos y conocedores de que la espera superará el minuto, apaguemos el motor. Ahorraremos combustible, emitiremos menos CO2 a la atmósfera y, además, lo de esperar con el coche en marcha es para los atracadores.

Se acabó lo de esperar al último día para pasar por el trago del taller. Cuesta lo mismo antes que después y un aceite en buen estado mejorará el rendimiento del vehículo. La misma filosofía debemos aplicar en el asunto de la presión de los neumáticos.

En el apartado de la previsión también tenemos que incluir la decisión de evitar llevar peso innecesario en el maletero o, por el contrario, el portaequipajes vacío. Si no lo vamos a utilizar para qué cargar con ello. Aunque no lo notemos, al vehículo le pesa y por lo tanto consume más.

Atención a las normas

Además de estas prácticas previsoras, podemos aplicar otra serie de normas a las que quizá muchos no estamos habituados pero que por su sencillez pueden pasar a formar parte de nuestros hábitos cotidianos al volante.

Son gestos tan simples como arrancar el motor sin pisar el acelerador. O utilizar la primera marcha sólo inmediatamente al principio y cambiar a segunda tan pronto como a los seis metros recorridos. A propósito de la caja de cambios podemos aplicar una norma general básica: cuánto más largas sean las marchas y más cortas la revoluciones, más ahorraremos y menos dióxido emitiremos. Así, la recomendación es que la cuarta y la quinta marcha se utilicen siempre que sea posible en la conducción de ciudad. Notaremos cómo el consumo es menor en quinta marcha con una aceleración menor, que en cuarta apretando a fondo el acelerador. Esta ecuación se aplica a todas las marchas.

Además, la caja de cambios encierra una leyenda urbana que hay que desterrar: el punto muerto no está tan muerto… consume una media de 0,4 a 0,9 litros de combustible. El verdadero chollo consiste en circular con una marcha engranada y sin pisar el acelerador, en esta posición, a más de 20 km/hora el consumo será ¡prácticamente cero!

Aplicando todas estas medidas, se calcula que el conductor modelo eficiente podría llegar a ahorrar hasta 1.600 euros en siete años, prácticamente durante la vida útil de los utilitarios de hoy en día. Dicho en parámetros nacionales, el combustible ahorrado en España anualmente supondría cinco veces la producción anual de petróleo de la instalación de perforación más grande del mundo. Además, la atmósfera se ahorraría 354 kilos de CO2 al año.

Otra de las medidas que siempre está en la mente de las autoridades es la limitación de la velocidad. Muchos vehículos incorporan ya limitadores automáticos que ayudan a vencer la tentación del acelerador. Y aunque quizá se utilizan pensando más en esquivar las temidas multas que en el bienestar del medioambiente, conviene que seamos conscientes de que una velocidad limitada ayuda a reducir la emisión de CO2. Un estudio realizado en Holanda arrojó la conclusión de que si sus legisladores limitaran la velocidad a 80 km/hora  se reduciría en un 30% la emisión de dióxido de carbono provocado por la circulación automóvil. La cosa tenía truco, ya que se consideraba en el cálculo que un porcentaje de los automovilistas desistirían del uso y abuso del coche a tan baja velocidad para utilizar otros medios de transporte más ecológicos y sino más veloces, al menos con unos ratios similares a los 80 km/hora.

Quizá en este último caso ya no necesitaríamos hablar de conducción eficiente, ya que si la afluencia de vehículos se redujese drásticamente, se atajaría uno de los mayores problemas que afectan al ahorro de combustible y a los altos índices de emisiones: los atascos. No hay nada menos eficiente que las kilométricas filas de coches en marcha arrancando y parando durante lapsos de tiempo que en muchos casos rozan la hora.

Mientras que ese mundo ideal llega podemos apuntar alguna que otra idea que nos ayude a convertirnos en el eco-conductor del año. Ya sabemos que debemos olvidarnos de las “carreritas” tipo “Grease” en cualquier vía de circulación, también de los mafiosos que esperan al matón de turno con el motor en marcha, además hay que intentar dejar de lado las escenitas de ventanilla abierta y manita acariciando el viento, especialmente cuando vayamos a velocidades altas. Reduciremos la resistencia al aire y consumiremos menos. Eso sí, no abusemos tampoco del costoso aire acondicionado.

Y por último ¿por qué no apuntarnos a la tendencia del coche compartido? Es una forma creativa de combatir el tráfico y sus letales consecuencias y quién sabe, quizá podamos vivir nuestra propia “road movie” eco-sostenible y eficiente.

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