¿Qué es el “electrosmog”?

Es la contaminación producida por los campos electromagnéticos, tanto de alta frecuencia (los radares, las instalaciones de radio y televisión, los teléfonos móviles, sus estaciones bases, etc.), como de baja y muy baja frecuencia (líneas eléctricas, los electrodomésticos, los ordenadores, cableado, etc.).

Es importante destacar, que el “electrosmog” solo hace referencia a los campos electromagnéticos (CEM) artificiales, ya que existen CEM que tienen un origen natural. Ejemplo de ello son:

campos magnéticos estáticos

campos eléctricos causados por cargas eléctricas presentes en las nubes

campos eléctricos y magnéticos resultantes de los rayos durante las tormentas

Las características de este tipo de contaminación hace casi imposible evitar una exposición al “electrosmog” ya que, en la sociedad en la que vivimos es improbable encontrar un área libre de los campos electromagnéticos artificiales.

Controversia en sus efectos

Durante el siglo XX, la exposición a fuentes de CEM artificiales se ha incrementado sin parar, debido a la demanda de la electricidad y a la creciente presencia de tecnología en todos los ámbitos. Este hecho ha originado un aumento de la preocupación por los posibles efectos adversos sobre los seres vivos, y en particular sobre los humanos.

En los últimos 30 años, se han llevado a cabo gran número de investigaciones sobre el tema para intentar valorar su impacto. Entre ellas destacan los informes de síntesis o resumen de la información disponible de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad español.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), con su “Proyecto Internacional CEM”, determina su posición acerca de los efectos de estos campos en la salud. Del informe publicado, se extraen las siguientes conclusiones:

Los CEM de muy baja frecuencia tienen efectos cardiovasculares, neuro-degenerativos y cancerígenos. Aunque, otras fuentes no relacionadas con CEM pueden causarlo.

Sobre los CEM de baja frecuencia no se considera que tengan efectos significativos en las personas, pero no se ha confirmado la no existencia de causa-efecto. Simplemente se ha señalado que la información disponible es insuficiente o inconsistente.

Los CEM de alta frecuencia no tienen efectos adversos a la salud, aunque si se han detectado algunos repercusiones menores.

El conocimiento de esto efectos permite elaborar una serie de normativa que nos proteja de los efectos perjudiciales para la salud.

El informe del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, basado en la información científica disponible,  ha llegado a las mismas conclusiones que la OMS: la exposición a campos electromagnéticos no ocasiona efectos adversos para la salud, dentro de los límites establecidos por las normativas.

Ambos informes recomiendan seguir investigando los posibles efectos y fomentar el control sanitario y  epidemiológico, bajo el principio de precaución.

Actualmente, con las investigaciones  y estudios disponibles, la única evidencia inequívoca es que el “electrosmog” existe, pero se desconocen los efectos que puede tener sobre la salud.

La conclusión general es que es muy complicado determinar una identificación real relación causa-efecto. Sin embargo, la sola posibilidad de que se produzca algún efecto, por muy pequeño y casi indetectable que sea, hace necesario que la investigación en este ámbito continúe.

Bajo el principio de precaución ¿Habría que tener normativa más restrictiva aunque no haya evidencias por si acaso después se descubren?

Fuentes: Ministerio de Industria, Energía y Turismo / OMS / Flickr

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