Si analizamos el clásico chalet unifamiliar que impera en EEUU o en Canadá, descubriremos que cuenta con revestimientos, paredes y soportes de madera, sin que por ello pierda un ápice de solidez. Frente a las estructura de ladrillo o de forjado, el uso de listones o módulos de madera implica ahorrar energía durante la construcción de la vivienda y seguir reduciendo el consumo energético una vez habitada, que puede oscilar entre un 50 y un 60%.

Además de su eficiencia energética y de su composición natural y ecológica, la madera es un aislante natural, lo que le permite lidiar de manera más eficiente con los cambios climatológicos y con la humedad al tiempo que se integra con el entorno de forma menos agresiva que el cemento o los materiales sintéticos. Por otra parte, su capacidad para absorber las altas temperaturas sin apenas variar de tamaño y sin debilitarse, como ocurre con el hormigón y el acero, le otorga una durabilidad excepcional, siempre y cuando se cuide periódicamente su superficie contra el daño de plagas y desperfectos.

Uno de los miedos más recurrentes e infundados respecto a la madera tiene que ver con el fuego. Hay quien teme que cualquier rescoldo de la chimenea pueda reducir a cenizas una casa de madera en segundos, como en los dibujos animados. Es cierto que, durante un tiempo de exposición prolongado, el fuego consume la madera que forma la estructura de una casa. Sin embargo, lo que arde en realidad son los muebles y enseres, que se consumen antes de que paredes y vigas puedan deteriorarse, a diferencia del cemento, que se deforma y agrieta con el calor.

A la hora de construir una casa de madera, el material nos aporta facilidades a la hora de diseñar el espacio habitable, gracias a sus propiedades físicas y sus posibilidades técnicas. Además, como se puede comprobar en los reality shows estadounidenses sobre reformas y obras en el hogar, construir con madera abarata los costes y acelera el ritmo de construcción, ya que no hay que esperar al secado de materiales como el yeso o el cemento y no es necesario el uso de aislantes específicos para evitar la humedad y el ruido.

Pero si de algo se pueden enorgullecer los dueños de casas construidas en madera es de la atmósfera natural y saludable que transmiten sus viviendas. No en vano, usar madera para construir reduce las emisiones de CO2, al mismo tiempo que filtra el aire en el interior de la vivienda y facilita que no se concentren los malos olores, las atmósferas cerradas o la humedad. De este modo, una casa de madera no sólo es una vivienda orgánica y sostenible, sino también un lugar acogedor en el que es fácil sentirse cómodo.

Fuentes: Sostenibilidad | Kultur Turkiye| Stommel Haus | Understand Construction

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