La Isla de basura en el Pacífico

De hecho, los depósitos de plástico ya han creado el abrumador y gigante Remolino de basura del Pacífico, un vertedero en pleno océano que tiene un tamaño estimado de 1.400.000 km². En el Atlántico hay una mancha de basura más pequeña, pero también existe un problema semejante y se están acumulando residuos. A todos ellos se suman los demás residuos plásticos que flotan a la deriva.

¿Cómo paliar el problema y cómo reducir la llegada de plástico al mar, donde no solo contamina el océano sino también ensucia las playas? 

Esa es una de las grandes preguntas que se hacen los expertos y una de las posibles soluciones podría ser el bioplástico, plásticos no hechos de petróleo como el tradicional sino de materiales naturales y completamente biodegradables. Y es en esa categoría donde entran las bolsas de Avani, una compañía indonesia que hace plástico a partir de la yuca.

Su plástico se disuelve, frente a los 300 años que tarda el plástico tradicional en desaparecer, de forma instantánea en agua caliente y en unos meses en agua fría, lo que hace que desaparezca sin dejar rastro. No es en absoluto contaminante, lo que hace que por ejemplo uno pueda beberse el agua en la que se ha biodegradado una bolsa sin ningún riesgo para la salud. Sus creadores querían que su material no resultase nocivo en absoluto para la vida marina.

¿Quién es el creador del plástico biodegradable?

La idea surgió de la propia experiencia personal de su creador. Kevin Kumala, un emprendedor que también es surfista, volvió a su Bali natal tras pasar una década en Estados Unidos. Lo que encontró en las playas de su lugar de origen fue algo diferente a lo que había dejado cuando se fue: todo estaba lleno de restos de plástico. «Cuando iba a surfear o a bucear ya no era un placer para mí, encontraba plástico en todas partes», lamenta, como ahora recoge la prensa.

Kumala echó mano de su formación en biología y, junto a un socio, fundó Avani. Empezó a trabajar para encontrar una manera de producir un bioplástico que no dejase huella y no tuviese impacto. Probaron con la yuca tras estudiar lo que otros estaban haciendo con maíz o soja y encontraron su receta perfecta. Desde 2014, que empezaron produciendo ponchos, han avanzado hasta ahora, produciendo también bolsas, packaging para comida y hasta plástico sanitario. Las aplicaciones de su plástico de yuca son muchas más y el crecimiento exponencial de la idea puede ir más allá, pero como bien explican sus creadores necesitan para ello inversión.

Los precios de su plástico son en algunos casos más caros que los del tradicional. Una bolsa, por ejemplo, cuesta el doble que una bolsa de plástico tradicional. Otros de los productos que producen, como es el ejemplo de los ponchos, son, sin embargo, más baratos que los que ahora se venden de vinilo. De todos modos, su plástico tiene un elemento ‘premium’ que el otro no tiene y es que protege al medioambiente.

Además, supone una manera de solventar un problema crucial en la estrategia para reducir el uso de plásticos. Al fin y al cabo, las bolsas y los demás elementos plásticos han entrado en nuestras vidas y se han convertido en una costumbre, algo que damos por hecho. Cambiar los hábitos de los ciudadanos resulta muy difícil, así que a lo mejor la manera más rápida de lograrlo es simplemente cambiándoles el plástico que tienen entre manos.

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