El sistema de transporte de Brasil se define principalmente por una extensa red de rutas y carreteras que supera los 1.8 millones de kilómetros de extensión. En el ranking mundial ocupa el cuarto puesto después de EEUU, China e India.

La red de carreteras en este país está muy desarrollada y en continua expansión.

El principal motivo es que el 80% de la producción brasileña utiliza este medio para la distribución de mercancías. Es la principal vía de comunicación para el transporte de carga y pasajeros. Por este motivo se le ha dado especial énfasis en las últimas décadas.

Las carreteras brasileñas siguen ampliándose y mejorándose siguiendo los patrones de países más desarrollados. Pero existen serias deficiencias de mantenimiento. Un estudio divulgado por la Confederación Nacional de Transporte (CNT) revela que el 70% de las carreteras brasileñas presentan problemas de asfalto, señalización o trazado. Fue detectado pavimento deficiente en el 46,9% de las carreteras.

Un 77% de las mismas no cuentan con un trazado seguro. Además de no contar con márgenes en el 40% de las vías principales y federales. Según este mismo informe, las carreteras de este país empeoraron un 60% en este último año. El número de puntos críticos aumentaron y pasaron de 221 a 250. Por lo tanto, sería necesaria una inversión billonaria para recuperar la totalidad de la red.

El asfalto sostenible, o caucho asfáltico, llega a Brasil en el mejor momento como una alternativa perfecta a la utilización del material tradicional ya que es más barato, más eficiente y más ecológico.

Esta tecnología fue creada en 1960 por el estadounidense Charles MacDonald y llevada de EEUU a Brasil, donde comenzó a ser probada por el Gobierno de Río de Janeiro para aumentar la seguridad en las carreteras. Se espera que esta iniciativa sea extendida al resto del país ya que este material está adquiriendo mucha popularidad entre las principales concesiones viales: el Grupo EcoRodovías, y el grupo CCR, dos gigantes de la industria ya cuenta con este tipo de suelo.

El asfalto de hule, o también llamado ecológico, está compuesto por una mezcla de aglutinante de asfalto y un 20% de migas de neumáticos de caucho usadas y trituradas. Este material hace el pavimento más eficiente. Canaliza mejor el agua y tiene más agarre lo que evita el deslizamiento de los neumáticos en días de lluvia intensa.

Además, la durabilidad de la calzada ecológica es de unos 20 años en perfecto estado, el doble que el asfalto común, y su coste es de un 40% menos.

La masiva fabricación de neumáticos y las dificultades para hacerlos desaparecer una vez usados constituye uno de los más graves problemas medioambientales de los últimos años en todo el mundo. Un neumático necesita gran cantidad de energía para ser fabricado y también provoca, si no es convenientemente reciclado, contaminación ambiental al pasar a formar parte de vertederos incontrolados.

Por eso, el asfalto ecológico, se presenta como una aplicación verdaderamente interesante para hacer desaparecer el exceso de ruedas usadas. El caucho procedente de los neumáticos usados puede utilizarse como capa selladora del asfalto o como árido (hormigón de asfalto modificado con caucho).

Dependiendo del sistema adoptado se pueden emplear entre 1000 y 7000 neumáticos por kilómetro de carretera de dos carriles. Cifras tan elevadas colocan el pavimento asfáltico como una de las grandes soluciones para emplear los neumáticos fuera de uso.

La primera carretera en recibir este asfalto será la RJ-122 conocida como Río Friburgo, en la región metropolitana de Río de Janeiro. Y está previsto que en los próximos meses, otras carreteras del estado de Río de Janeiro se asfalten con la misma técnica.

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