El funcionamiento de este sistema se basa en investigaciones anteriores que habían conseguido extraer hidrógeno del agua por acción de la energía solar unido a la bacteria Ralstonia eutropha que utiliza ese hidrógeno junto con el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera para obtener un alcohol (isopropanol) que puede emplearse como combustible.

De esta forma se consigue solventar dos problemas, el almacenamiento de la energía solar y la alta concentración de CO2 en la atmósfera.

La principal ventaja de este método, en comparación con otras tecnologías ya existentes, es el abaratamiento de los costes. El equipo investigador ha utilizado como catalizadores de la reacción química metales que se encuentran en abundancia en la Tierra, como el cobalto, a diferencia de otros equipos científicos que empleaban platino e indio, recursos muy limitados y que hacían el proyecto inviable económicamente.

El equipo de investigadores, dirigidos por Daniel Nocera, no es nuevo en el mundo de las energías renovables, ya que ha desarrollado otras tecnologías muy interesantes como una hoja artificial que utiliza la energía solar para separar el hidrógeno y el oxígeno del agua, la cual fue adquirida por la multinacional Lockheed Martin para uso aeroespacial y militar.

Además, Nocera fue considerado como una de las 100 personas más influyentes en 2009 según la revista Time gracias a sus avances en la creación de combustibles inspirados en la fotosíntesis de las plantas.

Por el momento, el proyecto se encuentra en fase de investigación, pero el equipo declara que pronto podrá ser comercializado por ser “tan eficientes, o más, que la fotosíntesis natural”. Estamos, por tanto, a las puertas de conseguir un sencillo almacenamiento de las energías renovables.

Fuente: Elaboración propia/ El País/ Flickr/

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