Para aumentar la concienciación sobre el abuso y el malgasto de un bien tan preciado, resulta imprescindible evaluar el consumo diario de cada uno, de esta forma, seremos conscientes de si nuestras conductas con sostenibles y/o responsables con el ecosistema. No se trata de imponer un racionamiento estricto, sino de conocer las formas más eficaces de utilizar nuestros recursos sin caer en el despilfarro. Para ello, no hay nada mejor que conocer las cifras acerca de cuánta agua gastamos para cubrir nuestras necesidades y hábitos diarios.
Según los últimos datos publicados el año pasado por el Instituto Nacional de Estadística y correspondientes al año 2012, en España se consume una media de 137 litros de agua por persona al día, una cifra que puede parecer sorprendentemente alta, pero que supone un descenso del 3’5% respecto al año anterior y que está entre las más razonables dentro de la Unión Europea. De este modo, según diversos estudios un madrileño consume al día 131 litros de agua aproximadamente, frente a los más de 150 litros diarios que necesita un londinense o los casi 200 que emplea un habitante de Oslo.
Centrándonos de nuevo en los datos de nuestro país, descubrimos que más de dos tercios del consumo total de agua corresponde a los hogares, con un volumen de más de 2.300 hectómetros cúbicos en todo el año, lo que supone tres puntos porcentuales menos que el año precedente. El porcentaje restante – un 21% del total – se lo reparten las empresas e industrias, y los ayuntamientos por su parte disponen de un 9’5% del suministro total. Este reparto demuestra que el ahorro más relevante puede producirse en los hogares, responsables de la mayoría del consumo diario de agua, en donde estableciendo unas pautas de consumo responsable, pueden reducir su cifra de manera significativa.
La mejor manera de economizar el consumo del agua es ser conscientes del gasto que supone cada una de nuestras actividades cotidianas. Por ejemplo, lavarse en una bañera puede suponer más de 200 litros de agua, mientras que una ducha rápida requiere de unos 50 litros. Del mismo modo, gestos tan cotidianos como dejarse el grifo abierto durante el cepillado de los dientes pueden llegar a desperdiciar entre 5 y 12 litros de agua por minuto, mientras que un grifo mal cerrado o con fugas puede dejar escapar hasta 2.000 litros al año.
Otra de las formas más sencillas de hacer un uso eficiente es mediante el correcto empleo de electrodomésticos tales como lavavajillas o lavadoras, que consumen 100 y 40 litros respectivamente por cada lavado y que por tanto, se aconseja utilizar cuando están completos. Algo similar ocurre con las cisternas de los retretes, que gastan unos diez litros de agua cada vez que se usan y cuyo consumo puede reducirse de forma sencilla y eficaz mediante limitadores de descarga, depósitos más pequeños o, simplemente, intentando no usar el inodoro para deshacernos de papeles o residuos sólidos.