El dióxido de carbono (CO2) es un gas de efecto invernadero que, aunque se encuentra de manera natural en la atmósfera, su concentración ha ido aumentando considerablemente a causa de la actividad humana. Las industrias, los coches o la calefacción de nuestros hogares emiten CO2 que contribuyen al calentamiento global del planeta.

Es por ello que desde hace décadas los científicos de todo el mundo han estado buscando la manera de disminuir o evitar estas emisiones. Entre ellas destacan: el impulso de las energías renovables y de la eficiencia energética, el aumento de masas arbóreas o la captura y almacenamiento de CO2.

El CO2 almacenado

La captura y el almacenamiento de CO2 es una técnica de corrección. Es decir; no busca evitar las emisiones de este gas, sino que captura el CO2 de la atmósfera para reducir su concentración.

Este gas de efecto invernadero capturado puede almacenarse en zonas geológicamente estables o puede utilizarse para la extracción mejorada de petróleo.

En el primer caso, el gas simplemente se almacena bajo tierra tratando de que quede aislado para que no vuelva a liberarse a la atmósfera. En el segundo caso, el gas se inyecta en pozos petrolíferos en funcionamiento de forma que vaya empujando el petróleo y sea más fácil su extracción.

Aunque estás técnicas son las más estudiadas, se siguen investigando nuevas formas de utilizarlo. Entre ellas destaca especialmente el uso del CO2 para generar electricidad.

El CO2 para obtener electricidad

En los últimos años científicos han estado investigando la posibilidad de utilizar el CO2 almacenado en las plantas geotérmicas en sustitución del agua que tradicionalmente se usa. Es decir; las plantas ya no bombearían agua al interior de la Tierra para calentarla y obtener vapor que genere electricidad a través de una turbina, sino que utilizarán el CO2.

Las ventajas de utilizar CO2 están intrínsecamente relacionadas con las características del mismo. Al tratarse de un gas este fluirá mejor por la estructura porosa al interior de la Tierra y ascenderá más fácilmente por la tendencia de elevarse de un gas caliente. Como resultado, puede ser posible disminuir el tamaño o la potencia de las bombas que consumen gran cantidad de energía en las plantas geotérmicas convencionales. Además, las turbinas de gas son más eficientes que las turbinas de vapor.

Por otro lado, la generación de electricidad aportará beneficios económicos que pueden compensar el coste de operación y mantenimiento de las plantas de captura y almacenamiento de CO2.

¿Te parece una buena solución que se aproveche para producir electricidad?

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