Fue a finales de esa década, en 1969, cuando nació Good Earth. Al principio era una pequeña tienda comprometida con el cultivo orgánico, inspirada en la obra de Rachel Carson “La primavera silenciosa” (1962). En ella se exponían por vez primera los peligros de los pesticidas, en especial DDT, en nuestra alimentación. Años después este supermercado es todo un ejemplo de sostenibilidad.

Good Earth es parte del ‘slow movement’, en el que prima no sólo el cultivo orgánico, sino también conseguir que los productos locales lleguen a tiendas locales, abasteciéndose de las granjas con certificación orgánica de los alrededores.

La tienda posee un sistema propio de etiquetado que identifica lo que se ha producido localmente, lo que proviene del comercio justo, vegetales crudos, alimentos veganos, sin gluten, no modificado genéticamente, etc. Además, premian a los usuarios con 5 céntimos por cada bolsa que lleven para fomentar su reutilización y evitar el consumo de bolsas de plástico. Por el contrario, cobran 5 céntimos si se usan las suyas, dinero que se dona al movimiento ciudadano ‘fairfax sostenible’.

Posee un autoservicio en el que se puede disfrutar de una comida orgánica de gran calidad dentro o fuera del establecimiento, en la terraza decorada con plantas nativas.

A otro nivel Good Earth ha sido creado para ser una célula autónoma a nivel energético. La tienda se abastece en su totalidad de energías renovables, produciendo ella misma el 35 % de la energía gracias a los 852 paneles solares instalados en su tejado y en el de los dos edificios de enfrente, que tiene alquilados. La producción de energía renovable de Good Earth supone un ahorro en emisiones de gas invernadero de 227.000 kilos de CO2 anuales, lo que equivaldría a un ahorro de aproximadamente 94.600 litros de gasolina o a plantar anualmente 6.000 árboles y dejarlos crecer durante una década.

Además, el edificio fue diseñado para maximizar la energía lumínica que recibe, conservarla y evitar su pérdida. Para ello abrieron la parte superior de la tienda y colocaron un ventanal. En invierno el sol calienta la tienda y un gran ventilador de aspas mueve el aire caliente manteniendo una agradable temperatura en el interior, mientras que en verano provee de un ambiente fresco a los que visitan la tienda. Amplios ventanales que dejan entrar luz y calor sostienen también la vida de las plantas que decoran su interior.

Con una esmerada organización en el reciclaje de los restos del restaurante autoservicio y del supermercado, la tienda cuenta también con estantes de madera reciclada, jardineras y zonas verdes con plantas autóctonas, baldosas recicladas, un área para cargar tu coche eléctrico y donde aparcar tu bicicleta. El recinto de Good Earth es en sí mismo un ejemplo de edificio sostenible.

Good Earth mantiene igualmente programas de educativos sobre alimentación sana y provee a la 14 escuelas de la zona de comida orgánica para el almuerzo de 1400 niños.

Si vais a Fairfax, CA, no olvidéis visitar este supermercado, puede que os sirva de inspiración en vuestro propio negocio.

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