La agricultura ecologica y sus contrasEsto no es ninguna mentira. La mayor parte de los expertos coinciden en alabar estas prácticas que han contribuido a aumentar la cantidad y variedad de especies. En 2005 se publicó uno de los estudios más importantes al respecto en el Journal of Applied Ecology. Sus responsables, contabilizaron hasta un significativo 30% más de especies en las tierras trabajadas con métodos considerados ecológicos que en las que se hacía con el método tradicional.

Según estas investigaciones, esto se debe a que la agroindustria suele practicarse en grandes extensiones dedicadas al monocultivo y el uso intensivo de pesticidas y fertilizantes químicos, algo que no ocurre con las cosechas ecológicas.
Pero como suele ocurrir casi siempre, no es oro todo lo que reluce y están empezando a surgir investigaciones científicas que matizan estas afirmaciones y que ponen en duda algunos de los beneficios que se le han atribuido a esta forma de cultivar. En concreto hay dos estudios, ambos de universidades británicas y publicados recientemente en la revista Ecology Letters, los que ponen en entredicho la contribución de la bioagricultura y su potencial para dar de comer a una humanidad hambrienta que no para de crecer. Precisamente lo que hagan los consumidores será crucial para el triunfo de uno u otro tipo de modo de producción.

El primer artículo, de la Universidad de Leeds, contradice los resultados del estudio de 2005. De hecho, afirma que la biodiversidad varía poco más de un 12% de la convencional a la biológica, una cifra nada desdeñable, pero bastante menor a la que sostenía la primera investigación. Este texto hace referencia también al rendimiento, mucho menor en las granjas orgánicas, algo que sin duda no ayuda en un contexto de crecimiento vertiginoso de la población mundial.
El equipo de Leeds cree que dentro de cuatro décadas habrá que duplicar la producción de alimentos mundial si se mantienen los ritmos de crecimiento de la población, algo impensable con el modo de producción ecológico, que requiere mucha más cantidad de tierra que la agricultura tradicional.

El segundo estudio, realizado a medias entre las universidades inglesas de Leeds y York, no es tan taxativo. De hecho, estos expertos comparten la visión aristotélica de que en el equilibrio está la virtud y que lo mejor sería combinar ambos métodos para conservar la biodiversidad al mismo tiempo que se da de comer a todo el mundo con las vitaminas y nutrientes necesarios que sólo puede aportar un modo de producción más respetuoso con el medio ambiente.

Así que el reto es doble. Por un lado, respetar los espacios que garanticen que la biodiversidad de los distintos territorios no desaparezcan y, por supuesto, lograr aumentar el rendimiento de la agricultura orgánica de manera significativa para poder cubrir la demanda mundial de alimentos si se cumplen las predicciones como las de Naciones Unidas, que señala un incremento de la población mundial del 32% para 2050.

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