La alimentación de los animales es 100% natural. La carne ecológica procede de granjas ecológicas donde llevan a cabo prácticas sostenibles con los animales. La alimentación de los pollos, cerdos, corderos y vacas se basa en cereales y productos procedentes de la agricultura ecológica, unos alimentos que se fertilizan con el mismo estiércol que producen los animales. Todo aquí es natural, sin químicos, transgénicos, pesticidas ni productos de síntesis.

Los animales no están sobremedicados ni reciben hormonas de crecimiento. Cuando comemos carne ecológica podemos estar seguros de que los animales no han sido medicados con químicos o alimentados con hormonas para acelerar su engorde y crecimiento. Todo su ciclo de cría y alimentación se respeta, cosa que no siempre ocurre con los animales de la ganadería industrial. La buena alimentación y unas buenas condiciones de vida ayudan a fortalecer el sistema inmunitario natural de los animales y evitan así que se pongan enfermos.

Los animales viven prácticamente en libertad. En la ganadería ecológica, los terneros viven libres en los prados, los cerdos en granjas con grandes patios con salidas al aire libre, las gallinas y los pollos en el campo, y los corderos pastan a sus anchas con sus madres. En definitiva, son animales más felices.

Es una carne de mayor calidad. Esta forma de crianza sostenible de los animales se traduce en una carne nutricionalmente de mayor calidad. La carne ecológica tiene un contenido de proteínas y vitaminas mucho más alto que la convencional. Por ejemplo, los animales alimentados con hierba presentan de 3 a 5 veces más ácidos linoleicos que los animales de granjas industriales alimentados con maíz. Otro dato: la carne ecológica tiene 7 veces más beta-carotenos, un grupo muy importante de pigmentos con función antioxidante.

La carne ecológica es más sabrosa. El sabor es muy distinto cuando probamos un chuletón de carne ecológica y otro convencional. La carne ecológica tiene una textura más consistente y un color diferente. El sabor es más tradicional, más rústico, auténtico y con la grasa justa.

Su consumo beneficia a las granjas locales. Las granjas donde se produce carne ecológica suelen ser pequeñas explotaciones familiares. Comer este tipo de carne ayuda a estos negocios a revitalizar los pueblos y comarcas rurales, fortaleciendo la vida sostenible en el campo.

El precio, la mayor desventaja. La crianza y producción de carne ecológica es mucho más costosa si la comparamos con la producción industrial. Y eso se traduce en el precio final que paga el consumidor a la hora de hacer la compra. Sin embargo, es tanta la diferencia de calidad entre un filete ecológico a otro que no lo es, que la subida de precio está más que justificada.

Fuentes: ecorganicweb.com

 

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