Comenzaron como un producto para la higiene de bebés y rápidamente dieron el salto a ser un consumible habitual en los aseos de muchas casas. A día de hoy, se han convertido en un problema mundial, que atrae el interés de los medios de comunicación. Los atascos por toallitas húmedas en las tuberías de los edificios y las alcantarillas de las ciudades están alcanzando proporciones épicas. Concretamente en España, en ciudades como Sevilla, Madrid o Bilbao, ya hay empresas con equipos especializados en resolver este tipo de atascos. Y la factura que dejan no es nada despreciable. Nos sirve como ejemplo los 2,2 millones de euros que costó la limpieza y reparación del monumental atasco que se produjo en un colector en Valencia en 2017.

En septiembre de 2017 se produjeron varios sonados ejemplos de este fenómeno. A un gran atasco en Londres, siguió otro en San Sebastián y otro en Valencia, cada cual de mayores proporciones. El de Valencia, según informó la prensa, tenía cifras escalofriantes, con unas medidas de 1 kilómetro de longitud y más de 1.000 toneladas de peso, ocho y diez veces más grande que el de San Sebastián y Londres, respectivamente.

La raíz del problema está en la descripción presuntamente equivocada que los fabricantes hicieron de su producto cuando salió al mercado o de la percepción que los consumidores tuvieron de ella. Al anunciarse como producto biodegradable, el consumidor consideró que inofensivo para el medio ambiente y se acostumbró rápidamente a desecharlas por el váter, comenzando así el ciclo del problema. Así que es de vital importancia concienciar bien al consumidor para que, en primera instancia, no se deshaga de estas toallitas por el retrete. Ya que el problema no es su etiqueta de biodegradable, sino el tiempo que tarda en cumplir con ese propósito.

Por este motivo, los fabricantes ya advierten en el etiquetado de estos productos que no deben ser eliminados a través del inodoro. Pero aún se está a la espera de que se regule el vacío legal actualmente existente en torno a las condiciones que deben cumplir ciertos productos considerados biodegradables.

Desde las tuberías de los edificios hasta las redes de alcantarillado y depuradoras, allá por donde pasan se generan enormes madejas formadas por la fibras de las toallitas que se han descompuesto y que van atascando los sistemas de saneamiento en cada paso de su recorrido. Madejas  que muchas veces acaban, además, vertiéndose en la propia naturaleza, como atestiguan las redes de algunos pescadores en la localidad alicantina de Jávea.

Estas toallitas están compuestas de fibras compactadas por diferentes métodos, no van tejidas y se separan al tirarse por el váter. El problema es que todas esas fibras, una vez dentro de la red de saneamiento, vuelven a juntarse en enormes conglomerados responsables de los atascos en las zonas sensibles de la red. Y zonas sensibles son tanto las conexiones con la red de alcantarillado, como las bombas que empujan la corriente hacia las depuradoras, que también sufren los estragos de estas masas imparables.

 

Hay quien hace campaña por prohibir la venta de estos productos, incluso ayuntamientos que prohíben que sean arrojados al inodoro, pese a ser de ese tipo de leyes de imposible cumplimiento. Pero la realidad apunta también a otro responsable, ya que la costumbre de utilizar el váter como basurero no es nueva ni únicamente son las toallitas húmedas lo que se trata de hacer desaparecer de esta forma. Hay mucha gente que aún piensa que el retrete es la mejor forma de eliminar desperdicios de todo tipo. A los pañales, bastoncillos, algodones y, especialmente preocupantes, los aceites de uso doméstico, que también producen atascos, le sumamos el efecto tóxico que fármacos, cosméticos y drogas producen en las aguas residuales al ser arrojados por el retrete. Los desechos que generamos deben ser reciclados correctamente. Cualquier farmacia tiene los recipientes adecuados para recibir las medicinas caducadas o que ya no utilizarás y el resto de residuos tiene su correspondiente espacio en cualquier punto limpio. Cuidemos el planeta, las toallitas húmedas al basurero, nunca al inodoro.

Fuentes: Elaboración propia El País / La Sexta / El Correo

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