El aire acondicionado es el gran aliado en los hogares para combatir el calor. Aunque también es el responsable de que se dispare el consumo energético y la factura mensual. Lo importante es usarlo con cabeza: mantener limpios los filtros, elegir aparatos con un menor consumo, desconectar el aire cuando no haya nadie en casa o fijar la temperatura en unos 25 grados, ya que por cada grado que reduzcas, se incrementa el consumo de energía en un 8%.

Para no sobrecalentar la casa, puedes instalar toldos o bajar las persianas en las horas de mayor exposición al sol. Eso sí, no olvides abrir las ventajas cuando llegue la noche o a primera hora de la mañana, momentos en los que la temperatura es más suave. Crearás corrientes y ayudarás a refrescar rápidamente la casa.  

Otro consejo para reducir drásticamente el consumo del aire acondicionado es sustituirlo por ventiladores portátiles o de techo que hagan circular el aire y creen una brisa que refresque el ambiente. Si hablamos de cifras, un ventilador gasta un 90% menos de energía que el aire acondicionado y su aire produce un descenso de la temperatura de entre 3 y 5 grados.

A la hora de la colada, el buen tiempo del verano nos permite tender la ropa al sol y en pocas horas tenerla totalmente seca. Prepara las pinzas y olvídate de usar la secadora. Este electrodoméstico supone un 3,3% del consumo eléctrico doméstico. Reduciendo su uso, verás reducida tu factura de luz de forma importante.

Otra gran ventaja del verano es que los días son más largos, lo que nos permite encender menos tiempo las luces y aprovechar al máximo la luz solar. No sólo ahorrarás energía sino que evitarás el calor que desprenden las luces, manteniendo un ambiente más fresco y reduciendo el consumo del aire acondicionado. Cada pequeño gesto que hagamos este verano -y los 365 días del año- cuenta en el consumo energético de nuestro hogar y en su impacto en el medio ambiente.

 

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