Como sabemos por el Principio de Arquímedes, las masas de aire caliente se desplazan hacia las partes altas de las estancias. La ventilación natural consiste en favorecer las condiciones para que se produzcan corrientes de aire, de manera que el ambiente interior sea renovado por el aire del exterior. Así se consigue un doble objetivo: por un lado renovar el aire viciado y, por otro, reducir la sensación de calor en un ambiente sobrecalentado.
Además, existen exigencias regulatorias al respecto, como es la normativa técnica sobre calidad de aire interior DB HS3 del Código Técnico de la Edificación, que exige una correcta ventilación del edificio para garantizar la salubridad en el interior del mismo.
Confort de la ventilación natural
Hay estudios que demuestran que la gente, por lo general, se siente mucho mejor en un edificio con ventilación natural que en uno con aire acondicionado. Y en muchos casos, además, puede aparecer el síndrome del edificio enfermo, que ocasiona numerosos inconvenientes para las personas que habitan o trabajan en estos inmuebles.
Entre las ventajas de este proceso natural, destacan las siguientes:
– la mejora en el control térmico
– proveer oxígeno para la respiración
– el ahorro que es posible conseguir, desde un 5-10% sólo con burletes, evitando corrientes frías indeseadas, y, hasta un 30% de las necesidades de refrigeración, utilizando la ventilación natural nocturna. Estos ahorros energéticos conllevan también otros ahorros económicos y medioambientales.
Diseño de la ventilación natural
En la actualidad, la mayoría de los edificios se denominan “inteligentes”, pero muchos no utilizan ventilación natural o no la realizan correctamente.
Según un estudio realizado por el Massachusetts Institute of Technology (MIT), con experimentos a escala, en algunas estancias el aire se desplaza de modo equivocado. El informe defiende que estos problemas se pueden solucionar instalando sistemas automáticos de control cuando sea necesario garantizar el flujo continuo de aire fresco.
Es muy importante tener en cuenta este aspecto a la hora de diseñar el edificio. El MIT está trabajando para desarrollar una herramienta que ayude a los arquitectos en su trabajo para facilitar la ventilación natural de los edificios.
Algunos consejos para un correcto diseño de la ventilación natural en el edificio pueden ser los siguientes:
– Apertura de huecos practicables en fachadas opuestas orientados en el sentido del viento dominante, para fomentar una ventilación cruzada.
– Si existe en el edificio un invernadero, una chimenea solar o un muro trombe se recalienta el aire en ellos y esto sirve para incrementar la velocidad y provocar una ventilación forzada natural.
-El edificio debe ser situado de modo que el viento no encuentre obstáculos en verano y protegido con árboles de hoja perenne que obstaculicen los vientos del norte en inverno. También es importante evitar al máximo las situaciones con vientos permanentes no deseados.
– Para aprovechar la topografía es aconsejable ubicar los edificios en la mitad de la pendiente en una montaña o cerro, o cerca de la costa con el eje longitudinal paralelo a la misma, para aprovechar las brisas marinas en el caso de estar cerca del mar.
– Cada habitación debe tener aberturas como lomas o travesaños, que permitan que el aire circule de una habitación a otra.
– Una buena solución también puede ser la disposición de patios interiores, que actúan como acumuladores de aire frío, al tener distintas condiciones de temperatura y humedad que el aire del interior del edificio. Así permiten que se produzca el movimiento de aire frío para la ventilación necesaria.
Todos estos factores indican que la planificación en el diseño y ubicación de un edificio son fundamentales para que sea energéticamente sostenible.
Fuente: ATECOS / National Renewable Energy Laboratory / Solociencia / Wikimedia Commons