Al estar compuesto por materiales reciclados, su impacto ambiental es relativamente bajo:

•    Materiales celulósicos:
Son principalmente restos de pino o de bambú en forma de serrín, que provienen de los desperdicios de empresas dedicadas a la transformación de la madera (fabricantes de muebles, puertas, etc.) o al mantenimiento de los bosques.

•    Materiales termoplásticos: 
Son restos de polipropileno y polietileno  reciclado de empresas dedicadas a la transformación de plásticos (botellas de plásticos, bolsas plásticas, etc.).
Estos nuevos materiales son un buen ejemplo de la revalorización de los desechos para convertirlos en un elemento útil, consiguiendo un aprovechamiento máximo de los recursos naturales empleados y una reducción del impacto ambiental.
Por su composición ofrecen unas características que los convierten en materiales aptos para su uso en zonas exteriores, ya que resisten muy bien la climatología adversa. Además, también es muy resistente a la carcoma, las  termitas o el moho.

De este modo, optar por instalar un suelo en la terraza o una valla en el jardín de WPC implica generar menos residuos que si se eligen otros materiales no tan resistentes, que necesitarán una sustitución en menos tiempo.

Además, este material no necesita aceites, barnices o ceras para su mantenimiento, lo que significa que no se generan residuos asociados a estas sustancias y se evita el riesgo de vertidos accidentales en los jardines o zonas verdes donde se ubican las construcciones exteriores.
En definitiva, el WPC es un material que proviene de materiales reciclados o reutilizados con una gran resistencia y durabilidad, lo que minimiza los residuos generados. Además, una vez acabada su vida útil permite volver a reciclarse.
Tampoco debemos olvidar que para su mantenimiento no se necesitan sustancias que, sin una correcta gestión, podrían suponer alteraciones nefastas en el medio ambiente. ¿Te animas con el WPC?

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