Una heladera puede llegar a consumir mucha energía, puesto que está conectada las 24 horas del día los 365 días del año. Por eso es importante la etiqueta energética (los más eficientes pueden ahorrar un 60%) y escoger bien el tamaño adecuado para nosotros. Por cada 100 litros de capacidad, el consumo puede dispararse a unos 120kW al año.

Para reducir el consumo de la heladera, en primer lugar, es muy importante que el electrodoméstico esté correctamente ventilado. Esto quiere decir que intentaremos que, al menos, respete una separación de unos 15 centímetros respecto a la pared. De esta manera evitaremos que se recaliente. Igualmente, a nivel interno, no obstruya las salidas de aire y así el motor no sufrirá tanto.

En esta misma línea de su ubicación, es importante alejar la heladera de las fuentes de calor como las cocinas o los hornos y, por supuesto, de lugares en los que el sol incida de manera directa sobre el aparato.

Por otro lado, en los modelos más antiguos que no tenga prestaciones no-frost, nunca debemos permitir que lleguen a formarse capas de hielo de 3 milímetros. Antes de que esto suceda, lo más recomendable es aprovechar cuando nuestra heladera no tenga muchos alimentos y descongelarla. Si no lo hacemos, podemos estar despilfarrando hasta un 30% de energía.

En cuanto a la cantidad de alimentos en su interior, en contra de lo que pudiera pensarse en un principio, mientras más lleno esté la heladera, menos consumo. ¿Por qué? Sencillo, porque cuanto más comida haya (eso sí, bien cubierta), mejor se conservará el frío. No olvide, además, no introducir alimentos calientes recién cocinados.

Las fugas de frío son otro elemento al que prestar atención, puesto que si éstas se producen el consumo de la heladera se disparará para poder mantener la temperatura seleccionada constante. Así, no olvidá revisar los burletes de la puerta, que habrán de estar en buenas condiciones, sellando correctamente la heladera.

¿Y qué temperatura es la más adecuada? Pues para no quedarnos cortos, pero tampoco excedernos en el frío, lo mejor es establecer una temperatura de unos 5ºC para la refrigeración y de unos -18ºC para el freezer. Y aquí un grado más o menos es importante, porque bajar un grado la temperatura puede suponer incrementos de hasta un 5% en el consumo de energía.

 

 

Fuentes: Como hacer para | Hola luz | Clarin

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