Para mucha gente la compra de un coche corresponde a la segunda compra/gasto más importante que realizan en su vida, después de la compra de una vivienda, los que pueden o han tenido la suerte de poder comprarse una vivienda. Por eso creo que a la hora de elegir un coche, hay que pensarselo muy bien y tener claros nuestros criterios de elección.
Yo he tenido la suerte en mi vida de poder comprarme varios coches. No a la vez… uno detrás de otro, cuando han tocado cambiarlos. Cada vez que esto ha sucedido, a parte de pasar 2-3 meses anímicamente muy positivos mientras me decidía (¡me encantan los coches desde pequeño y me encanta ir a ver coches a los concesionarios!), siempre me he planteado una serie de criterios de compra. Creo que esto lo hace todo el mundo, si no, nos volveríamos locos visitando todos los concesionarios de todas las marcas del mercado. Bien, pues siempre ha existido un criterio común, que además siempre ha estado en el puesto número 1 de la lista de criterios: ¡el precio! Por supuesto, el precio.
Cuando tenía fijado el criterio del precio, empezaba a hacer listas de modelos que me gustaban (segundo criterio por importancia), empezando a restringir los posibles candidatos a la compra. Hasta ahí creo que no estoy contando nada nuevo. Entre los 3-4 modelos favoritos siempre existían diferencias, y por esa razón, siempre me he tomado de media unos 2-3 meses para lograr inclinarme por el definitivo. Siempre había uno que corría más, otro que era más grande, otro con mejor maletero, otro con mejor consumo, etc… pero siempre como variable «incómoda» y restrictiva de ese primer criterio de elección: el precio.
Al final, y para no aburriros más con este tema, siempre he tenido que elegir el mejor compromiso de entre los 3-4 modelos. Efectivamente, el coche «ideal» que hubiera tenido todo lo mejor de cada uno… existía… pero costaba más. Y como mi primer criterio de elección era el del precio, pues siempre he tenido que renunciar a algo: a esas llantas tan bonitas, a ese navegador, a esa caja automática, etc… ¡Si no fuera por el precio!
¡Pues con un coche eléctrico pasa lo mismo! Por ejemplo, me quiero comprar un coche y el primer criterio que me pongo es el del precio: me quiero gastar como máximo (es decir, me voy a gastar hasta el último euro de esta cantidad…) 20.000 eur. Entonces me hago esa lista de modelos que me gustan (segundo criterio), y que todos ellos cuestan menos de 20.000 eur. Imaginemos entonces que dentro de ese parámetro que es el precio me gustaría optar a un coche eléctrico (por que está de moda, o simplemente porque me apetece explorar la posibilidad…). Bien, lo apunto en la lista.
Avanzando en mi procedimiento de elección de mi futuro coche, llega el momento de poner encima de la mesa los pros y los cons de ese coche eléctrico que he puesto en mi lista de «posibles» pues lo puedo pagar. Resulta que otro criterio importante de evaluación es que sea un coche pequeño de menos de 3 metros porque el uso que le quiero dar es exclusivamente urbano para acudir a mi trabajo en el centro de la ciudad y hacer recados por la misma durante el día. Sigo avanzando en otros criterios, como es el consumo, pues hago muchos kilómetros urbanos y los coches «convencionales» consumen bastante carburante en ciudad…. Resulta que sin darme cuenta estoy posicionando el coche eléctrico de mi lista como serio candidato a la compra. Pero es que además de comparar meramente los criterios, me he enterado que el coche eléctrico de mi lista tiene ciertas ventajas que los demás candidatos de mi lista no tienen, ni lo pueden montar como equipo opcional: no emite emisiones durante su uso, puede aparcar gratis en las zonas de mi ciudad reservadas a los residentes o a los que ayudan a sacar adelante al Ayuntamiento… y además con el coche eléctrico tengo la opción de obtener carburante en muchos puntos urbanos donde yo me muevo, de manera, de momento, ¡gratis! Efectivamente, de momento los puntos de recarga instalados en vía pública son gratuitos.
En definitiva, lo que quiero comentar es que un coche eléctrico es una opción más a la hora de elegir un coche. Y punto. No es ni más caro, ni más barato, es tan solo una opción más con sus pros y con sus cons. Tenemos que ser un poco más coherentes en nuestros criterios de elección y saber qué estamos comparando y cuales son nuestros criterios de compra: «yo no me compro este coche eléctrico de 20.000 EUR porque solo tiene 2 plazas… y por ese precio ya debería tener 4…» Bueno, pues un Ferrari de 200.000 EUR también tiene 2 plazas… Veis la importancia de tener claros nuestros criterios de compra: ¡Para un coche o para cualquier otro bien!