El informe, realizado por más de 300 científicos, considera que desde la firma del protocolo se «ha impedido un agotamiento mucho mayor de la capa de ozono estratosférico gracias a la reducción gradual de la producción y el consumo de sustancias que agotan la capa de ozono.»
El Protocolo de Montreal, firmado en la actualidad por más de 190 países de todo el mundo, prohíbe el consumo y fabricación de los clorofluorocarbonos (CFC), gases utilizados hasta entonces en la industria del frío y en los aerosoles de uso casero, con un papel fundamental en la destrucción del ozono y que se han ido eliminando paulatinamente.
Al parecer, uno de los puntos a destacar en el informe, es la sensibilización ciudadana, pues sin ésta no se hubiera logrado tal éxito. A modo de ejemplo, durante el 2010, la reducción de la emisión de sustancias que agotan la capa de ozono fue cinco veces superior a la que se había pronosticado en 1997.
Achim Steiner, Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas y Director Ejecutivo del PNUMA, comentó que «esto abre nuevas posibilidades para actuar frente al desafío del cambio climático». Sin embargo, continua Steiner, «es poco probable que los compromisos y las promesas existentes en relación con el Acuerdo de Copenhague permitan que el aumento de la temperatura mundial se mantenga por debajo de 2ºC en 2050.» Pues estima, «que la diferencia entre la realidad científica y las metas fijadas representa, en promedio, alrededor de 4,7 gigatoneladas de CO2 equivalente por año. Es necesario reducir urgentemente esa diferencia durante más o menos los próximos 10 años si se desea lograr la meta de 2ºC.»
Uno de los puntos sensibles para evitar esa reducción es que, en detrimento de los CFC, ha crecido la demanda de productos sucedáneos, deno¬minados hidroclorofluorocarbonos (HCFC) e hidrofluorocarbonos (HFC). Muchos de ellos son potentes gases de efecto invernadero. Se estima, que la emisión total de HCFC disminuirá en el próximo decenio gracias a las medidas adoptadas en el marco del Protocolo de Montreal de 2007. No obstante, la emisión de esas sustancias se incrementa actualmente a un ritmo más rápido que hace cuatro años. La concentración y las emisiones de HFC registran un aumento de aproximadamente 8% al año.
Como uno de los desafíos principales planteados por el informe se señala el reto al que se enfrenta la comunidad científica de proyectar la concentración futura de ozono, apoyándose en la comprensión de las complejas interacciones entre el ozono y el cambio climático. A lo que el Secretario General de la OMM, Sr. Michel Jarraud, añade que «El Protocolo de Montreal es un ejemplo sobresaliente de colaboración entre científicos e instancias decisorias, que permitió neutralizar con éxito una seria amenaza social y medioambiental.» Y pronostica, que «la actividad humana continuará provocando cambios en la composición de la atmósfera».