El huerto urbano hizo su aparición a mediados del siglo XX debido, principalmente, a la necesidad de autoabastecimiento en países como Estados Unidos o Reino Unido en épocas de crisis. A partir de ese momento su uso se fue extendiendo y finalmente ha permanecido hasta nuestros días, en los que esta actividad cobra cada vez mayor fuerza ya sea por necesidad o como actividad de ocio.

Las tipologías de huertos urbanos van desde el privado, es decir, aquel que se crea para uso y disfrute de una persona particular en los dominios de su casa o parcela. El huerto comunitario y municipal, ambos con un fin de cooperación entre varias personas con la única diferencia que el segundo está gestionado por el Estado, y finalmente el educativo, aquel destinado única y exclusivamente a la enseñanza en términos de naturaleza, sostenibilidad y concienciación.

A la hora de elegir si preferimos construir nuestro huerto o preferimos alquilar una pequeña parcela en un espacio comunitario debemos tener una serie de factores en cuenta. En primer lugar, la posibilidad de tener nuestro propio huerto en casa requiere de una serie de elementos en los que tendremos que invertir, es decir, tierra, abono, sistemas de regado, macetas y demás utensilios que ayuden a tener una producción óptima. Por otro lado, si queremos una pequeña parcela en algunos de los huertos comunitarios, debemos saber qué condiciones nos ofrece cada uno y que debemos pagar para empezar nuestra actividad como horticultores.

Un huerto en casa

El hecho de disponer de un huerto en casa nos abre un abanico enorme de posibilidades, desde autoabastecerse hasta educar a nuestros allegados en temas de ecología y sostenibilidad. El primer paso es la adecuada planificación del tipo de huerto, es decir, el tamaño adecuado y la cantidad de luz disponible, el tipo de frutas u hortalizas que vamos a producir o el espacio que vamos a utilizar para situar la plantación. La capacidad de autoabastecimiento dependerá del tamaño del espacio ya que, no es lo mismo un piso en el centro que una casa a las fueras donde incluso podemos disponer de un jardín. Por tanto, siempre debemos tener en cuenta que la capacidad para producir una cierta cantidad de frutas y verduras estará reñida en gran medida al espacio que tengamos.

Una vez que se tiene el espacio habilitado para tal fin, debemos tener en cuenta qué es lo que vamos a producir atendiendo los periodos estacionales en los que crecen cada uno de los productos que vamos a cultivar. Una vez que sepamos esto, ya estamos listos para comprar todo lo necesario para comenzar nuestro cultivo personal. El siguiente paso es la elección de los recipientes o macetas que vamos a utilizar para el huerto y el tipo de abono que necesitaremos, algo que es clave en el proceso de crecimiento ya que las plantas se alimentan de los nutrientes que contiene la tierra. Finalmente, y como base principal del crecimiento de nuestro huerto tenemos que conocer bien la cantidad de agua que necesita, así como la asiduidad con la que se debe regar el huerto, si debemos instalar un sistema de riego o no, etc.

En definitiva, el autoabastecimiento potencial de nuestro huerto dependerá del tamaño de este, así como de los cuidados que le proporcionemos.

Huertos cooperativos y municipales

Esta tipología de huerto está muy asociada con la cooperación entre personas para administrar y gestionar huertos urbanos que utilizan terrenos públicos. Por un lado, tenemos los huertos municipales cuya primera ventaja es que el Estado se encarga de su cuidado y mantenimiento, alquilando parcelas para el uso de particulares. Con ello podremos plantar nuestras frutas y verduras sin necesidad de estar constantemente pendientes de los cuidados que requieren. Por otro lado, esta opción nos permite estar en contacto con más gente, de tal forma que se pueden compartir experiencias, ideas y aficiones por la horticultura.

El huerto cooperativo es muy similar al municipal con la pequeña diferencia que su gestión, administración y cuidado depende de asociaciones de ciudadanos o vecinos que comparten el gusto por la horticultura. Aunque esta modalidad requiere de una mayor atención para el correcto desarrollo del huerto, es decir, todos los usuarios deben poner de su parte.

Huertos privados con ánimo de lucro

Esta opción es una de las más extendidas y comprende dos tipos. En primer lugar, están aquellos huertos gestionados por un particular cuyo objetivo principal es la comercialización de los productos, es decir, la vente de la producción obtenida. Esta modalidad es lo más parecido a la idea de un mercado o supermercado con la evidente diferencia en los niveles de producción y la calidad de los alimentos, mucho más naturales y producidos de una manera más eficiente y ecológica.

Por otro lado, están los espacios privados destinados al alquiler de parcelas para el cultivo personal, una modalidad muy parecida a la municipal, pero de gestión privada.

Huertos didácticos y turísticos

En último lugar, aunque no menos importantes, están los huertos destinados a la concienciación y al simple disfrute de la naturaleza. Son terrenos destinados a la educación de las personas en materia de ecología y medioambiente, así como un atractivo turístico para aquellos visitantes con intereses más ecológicos. Esta modalidad está muy extendida en otros países como clave fundamental para la concienciación de generaciones futuras que cada vez están cada vez más alejadas de la naturaleza.

En definitiva, los huertos urbanos son una opción muy viable para el autoabastecimiento dependiendo siempre del espacio y de la utilización que le queramos dar.  Podemos elegir entre diferentes tipologías que nos ofrecen variantes en función de nuestras preferencias e interés en esta materia. Una opción alternativa que puede mejorar nuestra alimentación y nuestra educación en términos medioambientales.  Un paso hacía una vida más natural.

Fuentes: elaboración propiaelhuertourbano.net

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