Una fuga de agua es una pérdida de agua no deseada normalmente a través de un agujero, o poro, que se produce en una tubería. Dependiendo del tamaño y la ubicación de ésta, su localización puede ser más o menos costosa.

Tradicionalmente las fugas de agua se han encontrado mediante un análisis visual. Es decir, allí donde se observaba una humedad o gotera se buscaba, utilizando la experiencia del operario, el origen de la fuga. Esto, a menudo, significaba tener que picar la pared, suelo o techo hasta encontrar la fuga.

En los últimos años, se han producido importantes avances en la detección de fugas. Uno de los detectores más novedosos es el acústico. Estos equipos se basan en amplificar los sonidos generados por una fuga para que el operario pueda oírlos y ubicar dónde se está produciendo.

Integración con la domótica

El daño que una fuga puede ocasionar en nuestra vivienda puede ser muy importante, por eso, en algunos hogares se está optando por instalar detectores capaces de localizar la presencia de agua y enviar un aviso al teléfono o a otro dispositivo.

Estos equipos se suelen instalar en baños, cocinas o lavanderías de forma que, si se produce una fuga por rotura de una tubería o por desbordamiento, el detector avise cuanto antes. Algunos incluso son capaces de cerrar el suministro minimizando el desperfecto.

En definitiva, los detectores de fugas son un elemento que puede ayudarnos a evitar males mayores, tanto facilitando encontrar la fuga como comunicándolo en cuanto se produce.

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