Los hay muy diversos, desde los tradicionales y más básicos, como la separación de desperdicios, la filtración de arena o carbón activos, hasta los más vanguardistas, como puede ser la dosificación de ozono en el procedimiento de corriente parcial. ¿De qué depende el uso de estos diferentes métodos? En gran medida, del tipo de industria, pues no es lo mismo una industria farmacéutica o una química, que junto a las petroquímicas aportan el 30% de la contaminación, que las industrias de bebidas alcohólicas y curtiembres que suponen el 3% de los vertidos.

Así, por ejemplo, una empresa papelera utilizará una unidad de flotación que extrae las fibras de agua que llega de la máquina de papel. El proceso de descontaminación se apoya en dos reactores, uno anaeróbico y otro aeróbico, en los que se descompone su carga orgánica y se produce biogás. En este caso concreto, hablamos de un proceso sustentable, porque al mismo tiempo que se produce el tratamiento de aguas se genera un biocombustible que se emplea como fuente de energía para la propia fábrica. Asimismo, un depósito de clarificación se encargará de retirar todos los sólidos en suspensión del agua para así poder reutilizarla.

Sin embargo, el tratamiento realizado en una papelera puede ser muy distinto al llevado a cabo en una fábrica textil, donde se realizan una serie de pre-tratamientos muy importantes para el resultado final. Es el caso del desbaste, para evitar que se atasquen los colectores con restos de pieles; o el tamizado, entendido como un desbaste más intenso para filtrar, incluso, pelos y virutas. En estas fases de filtración mecánica se utilizan filtros gruesos capaces de retener partículas de entre 5 y 500 micras a los ultrafinos, que retienen partículas de menos de 0,5 micras e, incluso, bacterias.

Otros pretratamientos son el desarenado desengrasado para separar en un decantador las grases mediante la inyección de aire; la oxidación de sulfuros para la separación de baños (las sustancias perniciosas, como el hierro y el manganeso se oxidan y adquieren formas fáciles de filtrar) o la homogenización para evitar las puntas de carga en el pH de las aguas vertidas.

A todos estos procesos previos le seguirán los tratamientos primarios, que verán mejorada su eficacia gracias a la acción de los primeros. Arrancan en este punto fases como la decantación cuyo éxito en la reducción de carga contaminante depende directamente de la homogeneización efectuada. Inmediatamente después continúan los tratamientos secundarios, que son de carácter biológico, basados en fangos activados o filtros percoladores. Gracias a ellos es posible realizar el vertido final directamente al alcantarillado con tratamiento final de línea.

Como vemos, procesos de descontaminación de agua de lo más dispares, a los que todavía hay que sumar dos de los más vanguardistas de los últimos años: la filtración a través de membranas, que no son más que filtros capaces de retener la práctica totalidad de las sustancias nocivas salvo las moléculas de agua; y la electrólisis, que gracias a las reacciones de oxidación-reducción destruyen virus, bacterias, microorganismos y el resto de las sustancias perniciosas. Dentro de este último grupo destaca el hipoclorito sódico, que dado su carácter oxidante y su acción bactericida permite complementar los tratamientos físicos con alta eficiencia. Actualmente existen tecnologías que permiten producir hipoclorito sódico “in situ”, lo que supone una ventaja importante frente a la necesidad de transporte.

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