En materia económica existen diferentes términos relacionados a la protección del medioambiente, como la economía circular o la economía sostenible. Otra terminología que guarda relación con el cuidado del Planeta es el impuesto pigouviano, del que queremos hablarte el día de hoy.

Impuesto Pigouviano: concepto

qué es el impuesto pigouviano

El impuesto pigouviano parte de la base de que el medio ambiente es un bien común y, por lo tanto, es responsabilidad del gobierno protegerlo. El concepto del impuesto pigouviano trata de incluir la externalidad negativa generada en los costes de producción de una actividad determinada.

Al hablar de “externalidad” nos referimos a la situación en la que los costes de producción o consumo de un bien o servicio no se contemplan en el precio de mercado. Un ejemplo de ello es el mismísimo calentamiento global, cuyas consecuencias generan graves problemas y son generadas (en su mayoría) por actividades humanas.

Por tanto, a la hora de responder qué es un impuesto pigouviano podemos resumirlo en una tasa que el gobierno impone a las empresas según el daño que produce su actividad sobre el medio ambiente o el que cause a la ciudadanía. Este concepto queda muy claro en la frase: “quien contamina, paga”, ya que tendrá que pagar más aquella empresa o persona que más contamine.

Ejemplos de impuesto pigouviano

relación entre la actividad industrial y el impuesto pigouviano

Con respecto a algunos de los impuestos pigouvianos ejemplos que queremos compartirte para que logres entender su significado, están aquellos costes que se les cobran a las empresas por generar:

Frente a estas externalidades que provocan daños en el medioambiente se han establecido diferentes impuestos o cuotas que los particulares y las empresas deben pagar, dependiendo de su nivel de implicación.

Un impuesto pigouviano ejemplo donde este concepto ha resultado muy útil es en el mercado de carbono propuesto para la lucha contra el cambio climático. En este mercado pagarán más los países que más CO2 emitan a la atmósfera y no tendrán que pagar aquellos países que contribuyan menos a la emisión de gases de efecto invernadero.

Historia del impuesto pigouviano

El economista británico, Arthur Pigou, propuso esta teoría en el año 1920. Pigou también fue el pionero de la economía del bienestar, donde se tratan temas relacionados al desempleo y otros problemas de índole social.

Sin embargo, no fue hasta 1992 cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) incorporó el término “impuesto pigouviano” como uno de los instrumentos para fomentar el desarrollo ambiental.

Como vemos, algo que parece tan beneficioso y sencillo, tardó mucho tiempo en llevarse a la práctica y, de hecho, hoy en día no termina de ponerse en funcionamiento como se esperaba.

¿Cuál es el objetivo del impuesto pigouviano?

hombre explicando gráficos

Aunque está claro que el principal objetivo del impuesto pigouviano ambiental es que las compañías paguen las consecuencias que le generan al ecosistema, lo que realmente pretende conseguir este gravamen es que las empresas encuentren más rentable tener una actividad menos contaminante y se vean motivadas a invertir en tecnologías más limpias.

Por lo tanto, podemos decir que el objetivo del impuesto pigouviano es preservar el medio ambiente, motivando a que las compañías establezcan planes de desarrollo ambiental y logren convertirse progresivamente en empresas sostenibles, cuyas actividades afecten en menor medida al medioambiente.

Lo bueno y lo malo de este impuesto

hombre en portátil

Como la mayoría de las veces, las medidas que imponen los gobiernos para cuidar al medioambiente tienen aspectos positivos y negativos que afectan no solo a las empresas, sino también a los ciudadanos.

Los votos a favor del impuesto pigouviano ambiental se fundamentan en:

  • Este impuesto asume los costes de la externalidad a los productores y consumidores, por lo tanto, no genera pérdidas en la eficiencia del mercado.
  • Promueven el desarrollo sostenible en ciudades y empresas cada vez más comprometidas con la sostenibilidad.
  • Soluciona fallos del mercado provocados por los diferentes tipos de contaminación.

Sin embargo, también existen problemas conceptuales que encontramos a través de barreras al desarrollo de este concepto. Estas barreras son:

  • Es difícil controlar dónde y cuándo se debe aplicar este impuesto, para lograrlo es necesario gran cantidad de inspectores.
  • Se plantea la duda de si aplicar el impuesto desde la primera unidad de producción o hacerlo de forma progresiva.
  • Es complejo determinar monetariamente el daño medioambiental producido y no existe un acuerdo para definirlo.
  • Hay que adaptar la legislación vigente para que encaje este sistema y eso conlleva un coste elevado.
  • Existen ocasiones en las que la fuente de la contaminación o el daño no son del todo claros y cuesta definirlo.
  • Es controversial decidir qué hacer con el dinero recaudado.

¿Se te ocurren más ocasiones en las que se podría aplicar este impuesto para salvaguardar el medio ambiente? Comparte tus ideas en los comentarios 😉

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