Los otros dos grandes gigantes del litio son Chile y Bolivia formando, incluso, lo que algunos ya han bautizado como la «Arabia Saudita del litio», haciendo una comparación con el petróleo puesto que entre los tres acaparan el 85% de las reservas mundiales. Y es que este mineral se ha convertido para muchos en una de las mejores alternativas a los combustibles fósiles, cuyas reservas podrían agotarse en medio siglo, fundamentalmente con la llegada de los autos eléctricos.
En este escenario, Argentina no quiere ser un mero exportador de este elemento químico y gracias al proyecto «Del salar a la batería», con un monto tope de 10 millones de pesos, se ha propuesto levantar en Córdoba la primera fábrica de baterías de litio del Cono Sur. La primera fase de investigación ya ha finalizado tras un año y medio de trabajo científico –casi tres años de adelanto respecto a lo inicialmente planeado- y en unos seis u ocho meses podría arrancar su actividad una planta experimental.
El objetivo de esta planta de producción en serie se ha marcado entre 10 y 20 baterías de litio por día, con un valor de 10 a 15 mil dólares cada una. Con estos parámetros, los responsables del proyecto podrán realizar sus cálculos económicos y de producción de cara a la planta definitiva. No hay que perder de vista que no sólo los autos eléctricos consumen estas baterías, también lo hacen las computadoras o los celulares, entre otros.
El potencial de argentina en este nuevo mercado ya ha comenzado a atraer a inversores extranjeros, como el caso de Toyota, volcada en la fabricación de sus autos híbridos. La multinacional japonesa recientemente anunció su proyecto para extraer litio del salar de Olaroz, en la provincia de Jujuy. La explotación podría comenzar a principios del año que viene con unas previsiones de producción de 16.000 toneladas anuales de este metal básico.
El litio no sólo puede contribuir a reducir drásticamente la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera con el descenso en el uso del petróleo sino que puede ayudar a dinamizar nuestra economía. No es para menos, puesto que la demanda mundial del litio para baterías de autos eléctricos aumentará cerca de veinte veces en la próxima década, algo que el mercado ya ha percibido: desde 2005, el precio de la tonelada de carbonato de litio pasó de los 3.000 a los 6.000 dólares.