El respeto al medio ambiente se transforma y se renueva en nuevos movimientos: consumo responsable, ecología tradicional, uso de semillas no transgénicas, reciclaje… Una de estas expresiones, que cada día se hace más popular, es el ecotarianismo. El concepto es simple: comer alimentos que tengan un impacto ambiental mínimo, para favorecer la reducción de la contaminación y el calentamiento global. Dicho así parece muy fácil, pero llevarlo a la práctica supone, para el que lo practica, un quebradero de cabeza diario.
Uno de los primeros pasos para convertirse en un verdadero ecotariano es prescindir de las bolsas de plástico y visitar a pie o en bicicleta los supermercados del barrio. A la hora de comprar el ecotariano no deberá coger productos que están embalados, como por ejemplo aquellas legumbres que vienen envueltas en plástico. Además, deberá mirar la etiqueta y comprar los alimentos que están de temporada y que son propios del país donde reside.
Llegados a este punto, el ecotariano tendrá que pensar cuáles, cuántos y cómo son los medios de transporte que han utilizado para llevar hasta el mercado la comida. Por esta razón, el adepto a ese movimiento no suele comprar productos congelados, ya que se ha comprobado que los camiones que tienen cámaras frigoríficas expulsan una carga de gases con un impacto muy negativo en la capa de ozono.
A diferencia de los vegetarianos o veganos, esta “dieta ecologista” permite consumir animales, pero con una condición: podrán añadir a su menú aquellas carnes, pescados o mariscos que consuman cantidades mínimas de otras especies, con el fin de proteger el ecosistema. En este sentido, un ecotariano, en lugar de comer un salmón o carne de vaca -los cuales necesitan kilos de otros animales y plantas para su crecimiento-, consumirá anchoas, mejillones y aves de corral, entre otros productos.
El ecotarianismo es un concepto acuñado en Oxford en 2006 y promueve, además, el comercio orgánico y justo. En este caso, los seguidores de esta dieta recomiendan comprar productos originarios del país donde provienen (como el arroz en China), siempre y cuando tenga el certificado de comercio justo y no contenta fertilizantes.
¿Y tú? ¿Te sumarías a este movimiento?
Fuentes: Twenergy / Treehugger / Times / Flickr