Es conocido por muchos que a la tierra se le conoce como el planeta azul, y parece ser que es debido a que los astronautas lo que ven cuando están en el espacio es una gran bola prácticamente azul provocado porque 2/3 partes de la tierra están cubiertas por agua. Pero una realidad es que prácticamente el 97% de toda este agua se sitúa en los océanos y mares lo que hace que sea agua salada, no acta para el consumo humano, todavía nos queda un 3% que no estaría nada mal si estuviera bien repartida y todo el mundo tuviera acceso a ella. Pero la cuestión es que en el planeta Tierra tenemos concentrada principalmente el agua dulce en los casquetes polares y meridianos norte y sur y en torno al ecuador, encontrándonos, entre los meridianos norte y sur, grandes extensiones de desiertos y sabanas con una escasa e irregular pluviometría. Además, hay que señalar que de ese 3% que antes citábamos un porcentaje elevadísimo se encuentra en forma de hielo y otro porcentaje también importante está en los grandes ríos, desgraciadamente contaminados con agua no acta para el consumo.
Los que vivimos en lo que podíamos llamar mundo rico o países occidentales, y no todos están situados en lugares húmedos y con abundancia de agua, normalmente abrimos el grifo, nos bañamos, algunos se duchan para ahorrar, disponemos de agua para nuestra agricultura y nuestras industrias, lavamos nuestros coches, usamos la piscina, en definitiva que por unos precios no muy altos, en muchos casos subvencionados, disponemos del agua que queremos o necesitamos en función de nuestro modo de vida.
Dicho esto, a veces se nos olvida que de los aproximadamente 7000 millones de ciudadanos que vivimos en el planeta Tierra en torno a 1100 viven con escasez de agua potable, es decir, con menos de 20 litros al día, y más de 2600 millones no tienen acceso a saneamientos modernos.
Estas personas que no tienen acceso al agua, no lo tienen porque viven en zonas empobrecidas, ya que todos sabemos que en zonas desarrolladas aunque se viva en desiertos no falta el agua como hemos dicho antes.
A veces el problema no es no disponer de agua, el problema radica en que el agua disponible está contaminada no siendo acta para el consumo humano, esta contaminación, en ocasiones, se produce por falta de saneamientos adecuados. Un informe publicado por el Banco Mundial con motivo del año del agua indica que el 88% de las enfermedades en el mundo en desarrollo es debido a la ingesta de agua no segura. En el mismo informe se dice que al año mueren, por ese motivo, más de 6 millones de personas de los cuales 1,5 millones son niños.
Pero para disponer de agua limpia, tanto para ricos como para pobres, en zonas donde no existe el recurso si se dispone de energía o de riqueza no suele existir el problema. Conocemos ejemplos, tanto en los países desarrollados como en países desérticos, donde zonas áridas y desiertas han sido convertidas en campos de golf o campos de cultivos fértiles, con altos consumos de agua para mantener y lógicamente esto se consigue con altos consumos de energía.
No pretendo hablar de lo que se puede hacer con la energía en el mundo desarrollado que es mucho y bueno para los que tenemos la suerte de vivir en él, lo que quiero es llamar la atención sobre como con energía se puede aliviar los problemas del agua en los países en desarrollo.
He citado que en algunos casos el problema es la escasez del recurso agua, cuando esto ocurre el agua se puede encontrar en el subsuelo a grandes profundidades y, en ese caso, mediante perforadoras movidas por motores, normalmente, diesel permiten acceder a las bolsas de agua. Después, también con motores que pueden accionarse con distintos tipos de combustibles, diesel, gasolinas, electricidad, etc. se bombea el agua. Posteriormente, puede suceder que se necesite un proceso de depuración, el cual también suele usar energía. Y, por último, el agua hay que desplazarla a los lugares de consumo que suelen ser fuentes públicas, para este proceso también se necesita de energía.
También, suele ocurrir, en países empobrecidos, que se disponga de agua procedente de una fuente natural o de un rio, pero que ésta se encuentre a largas distancias, más de 1000 metros, o que dicha agua se encuentre contaminada y no sea acta para el consumo humano. En estos casos, si se dispone energía, el agua se puede depurar y transportar a los puntos de consumo.
He comentado en primer lugar el disponer de agua para consumo humano, ya que del agua depende la subsistencia de esas persona que hemos citado que carecen de ella, pero también quiero meter en el mismo grupo, el agua imprescindible para las necesidades productivas mínimas, como por ejemplo la agricultura básica y la pequeña industria. Parece evidente, que disponiendo de energía, se puede llevar el agua a los campos y con ello aumentar la productividad de los mismos. Igual se puede decir, para algunas pequeñas industrias, agrícolas, pesqueras y otras que necesitan agua en sus procesos y que podrían desarrollarse en los países pobres y que ha sido posible por falta del citado recurso agua.
Quiero ir terminando por donde empecé, diciendo que para que se pueda cumplir lo establecido en el inciso 1º del artículo 25 de la declaración de los derechos humanos, se tiene que empezar por declarar el derecho al agua y la energía moderna como un derecho HUMANO más, ya que sin agua y sin energía será imposible alcanzar los Objetivos del Milenio de reducir la pobreza a la mitad en el 2015 y cumplir que «Toda persona tenga derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios.
En Energía sin Fronteras somos tan conscientes de la necesidad del agua para la vida y la energía para el agua y el desarrollo, que hemos adoptado como misión en nuestra ONGD el llevar el agua y los servicios de energía modernos donde no los hay o existen de forma precaria.
Fuentes: Imagen aportada por Mariano Cabellos.