Medellín ha sido la primera ciudad en implementar un sistema de teleférico como medio de transporte a tiempo completo y con fines sociales, no turísticos. Este sistema pionero en el mundo no requiere utilizar grandes infraestructuras y es un medio de transporte respetuoso con el medio ambiente (su combustible es la electricidad). Y lo mejor de todo es que llega a sitios donde no alcanza el metro o el autobús por los desniveles de la montaña y el mal estado de las vías, como ocurre en las zonas más altas donde se asientan los barrios de favelas y las comunas.
El metrocable de Medellín cuenta hasta ahora con tres corredores aéreos: la línea J, que recorre 2,9 kilómetros en el occidente de Medellín; la línea K, que circula durante 2 kilómetros en el nororiente de la ciudad; y la línea L, que con 4,6 kilómetros es la primera línea turística del Metro que funcionó inicialmente con 27 cabinas hasta que en 2011 aumentó su capacidad a 55 cabinas.
En total, unas 120.000 personas se benefician de estos teleféricos de una forma directa, y otras 350.000 de forma indirecta. Y es que la construcción de este sistema ha venido acompañada de la creación de nuevos negocios y zonas públicas y de ocio en torno a las estaciones. Un medio de transporte sostenible que además se ha convertido en una atracción turística de la ciudad, atrayendo nuevos visitantes y beneficiando el desarrollo local de las zonas con menos recursos.
Con todo, el metrocable se ha convertido en un transporte de referencia que se presenta como una solución para otras ciudades colombianas donde el 80% de la población se desplaza a pie, en autobús (con un mal servicio por lo general), en motocicleta y en bicicleta.
Fuentes: Twenergy / Metro de Medellín / Soitu / © imagen: Metro de Medellín