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Las algas en general han sido un ingrediente base en la gastronomía de muchos países, entre los cuales el más conocido es Japón, donde este ingrediente es una pieza clave que sirve como base para una gran cantidad de preparados alimenticios. La fama de este producto ha ido creciendo en los últimos años y su uso se ha extendido a lo largo y ancho del globo, llegando a las cocinas de occidente. Su creciente popularidad se debe a sus cualidades nutritivas y saludables.
De un tiempo a esta parte, las investigaciones científicas se han centrado en la peculiaridades de estos organismos como una fuente potencial de compuestos bioactivos que pueden ser utilizados en la industria alimentaria para producir alimentos funcionales. Estos alimentos tienen como objeto, no solo aportar valor nutricional, también sirven para cumplir una función específica como puede ser la mejora de la salud o la reducción del riesgo a contraer ciertas enfermedades.
Por ello los estudios en este sentido se centran cada día más en las microalgas, cuyos beneficios se traducen en forma de ricas vitaminas, ácidos grasos, aminoácidos esenciales y polisacáridos, propiedades que las convierten en ingredientes idóneos para determinados alimentos que ayuden a reforzar las carencias nutricionales de la población ayudando a equilibrar los déficits en defensas.
La disciplina dedicada a la obtención de estos microorganismos es la bioproducción, actividad que segura el control y la seguridad del proceso de tal forma que puedan utilizarse para la producción de alimentos. De estas microalgas se extraen Compuestos de Alto Valor Añadido (CAVAs) entre los que caben destacar aceites ricos en ácidos grasos omega-3, polisacáridos o diferentes pigmentos, cuya utilización está destinada, entre otros usos, al enriquecimiento de una variedad de alimentos.
Como puntilla final al proceso, y de tal forma que estos microorganismos no pierdan sus propiedades, se procede a la microencapsulación lo que les confiere una protección hasta el momento óptimo en el que son absorbidos por el organismo.
Aunque hay una gran variedad de microalgas, dos de las más estudiadas son la Chlorella y la Spirulina. Estas variedades han sido estudiadas por numerosos científicos entre los que destaca Ainia Centro Tecnológico, a través del proyecto Nutrialgae y apoyado por el Instituto de la Mediana y Pequeña Industria Valenciana (IMPIVA) y por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Mediante este estudio se trata de identificar cuáles son las propiedades específicas de estas dos variedades y como se pueden implantar en el sector alimenticio.
Los alimentos que contienen Compuestos de Alto Valor Añadido, siempre acompañados de una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable, pueden ayudar a prevenir y disminuir ciertas enfermedades además de mejorar la salud de las personas. Lo único que queda por ver es si estos compuestos introducidos en ciertos alimentos serán atractivos para el consumidor, aunque en los últimos años hemos asistido a un auge en lo que alimentación nutricional se refiere.
En pocas palabras, con las microalgas nos encontramos ante un organismo que por muy pequeño que sea, puede aportar un gran valor a nuestra dieta y nos puede ayudar a prevenir futuras enfermedades asociadas a la alimentación de hoy en día. Una fuente de propiedades nutricionales que quizás pronto veamos en los supermercados.
Fuentes: Elaboración propia / Aina
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