Parece ciencia ficción pero no lo es. La técnica consiste en inyectar en el anverso de las hojas de esta planta una infusión vascular que contiene una solución de nanopartículas, concretamente nanotubos de carbono. Gracias a una reacción química, esta solución se introduce directamente en el cloroplasto de las hojas, que es el sitio preciso donde tiene lugar la fotosíntesis, y lo estimula de tal manera que consigue incrementar su poder de fotosíntesis hasta un 30%.
La planta se convierte así en un dispositivo fotónico con propiedades para detectar partículas electromagnéticas. Gracias a esta propiedad, la investigación también ha dado con la fórmula para que sean capaces de monitorizar ambientes detectando sustancias contaminantes, como el gas óxido nítrico, una sustancia que se genera a causa de la combustión.
La propia naturaleza de las plantas hace que sean una especie idónea para este tipo de “misiones” tecnológicas: resisten en ambientes hostiles, disponen de una fuente constante de energía y aprovechan de manera óptima la distribución de agua. Quizá en un futuro no muy lejano los geranios de nuestros balcones sirvan para más cosas que para adornar.
Fuentes: MIT | Vanguardia | EFE Verde
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