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Pero cuando hacemos barbacoas no debemos olvidar que podemos ser también respetuosos con el medio ambiente. Para empezar, es muy importante tener en cuenta las normativas de protección ambiental y de lucha contra los incendios antes de encender nuestra barbacoa. En algunas comunidades en las que el riesgo de incendio es muy elevado hay normativas muy claras de cómo, cuándo y dónde se pueden encender fuegos. Estas normas son muy importantes ya que ayudan a prevenir incendios forestales.
Para continuar, nuestra propia barbacoa puede ser decididamente ‘eco-friendly’. Todos los elementos que son necesarios para ponerla en marcha, desde las pastillas de encendido al carbón, ya sea de leña o de materiales nuevos, como el coco, también pueden ser ecológicos. En grandes tiendas, como Leroy Merlin o Amazon, no es difícil encontrarlos entre la diferente oferta de productos para barbacoas. Incluso cuando no se usan materiales ecológicos se puede reducir la huella ambiental que genera, como por ejemplo evitando emplear tanto al cocinar como al guardar o servir los alimentos aquellos que no son reutilizables. Los platos o bandejas de plástico o de aluminio de usar y tirar pueden parecer muy cómodos, pero están muy lejos de ser sostenibles.
Algunos trucos de cocinado también hacen que no solo los productos salgan mejor, sino que se reduzca el uso de recursos: dar la vuelta muchas veces a la carne en la parrilla hace que esta tarde más en hacerse, lo que lleva a gastar más material como carbón. Dejar que se haga bien por cada lado es un truco habitual en los blogs de cocina para conseguir el mejor sabor, pero también una manera de optimizar los recursos. Además, no hay que olvidar que muchas barbacoas dejan jugar con la altura de la parrilla, lo que permite aprovechar mejor el calor y sacar mucho mayor partido a las brasas.
Y una vez terminada la barbacoa no hay que bajar la guardia. Los restos del festín deben ser eliminados de forma correcta, echando cada uno de los elementos en el cubo de la basura que corresponde, y, según el tipo de barbacoa que hayamos hecho, se puede aprovechar parte de la misma para hacer compost. Los restos de carbón, los huesos de la carne o los restos de pescado pueden perfectamente acabar en la caja de compostado y convertirse en abono.
La próxima frontera a conquistar será la de emplear directamente una barbacoa que sea verde en su propia esencia. La luz del sol está ya empezando a ser aprovechada también para cocinar.
En la red no es difícil encontrar ya algunos modelos de barbacoas solares, como la CookUp 200, que usa una suerte de parabólica para captar los rayos solares y concentrarlos en un plato. Otro modelo de barbacoa solar es la Biogri, que logra temperaturas de entre 230 y 240 grados y que no necesita precalentado. En este caso, los platos se cocinan insertándolos en una especie de pincho que se coloca sobre una superficie sobre la que refleja el sol. Las barbacoas solares prometen no crear humos y, como no usan fuego para cocinar, no necesitan estar vigiladas en todo momento
Otros formatos ecológicos son el de cocinar, por ejemplo, usando piedras volcánicas, que se calientan rápidamente y que no producen ni humo ni cenizas. Las piedras se pueden usar varias veces, lo que hace que tengan una vida útil que va más allá de una sola barbacoa.
FUENTES: Elaboración propia, Ecoinventos, The Guardian, ReaderDigest, Ekoideas, GastonomiaSolar
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