Península Valdés es uno de los mayores tesoros naturales con que cuenta la Argentina. Esta península en forma de hacha ofrece una riqueza de flora y fauna sin igual, con las ballenas a la cabeza. Tanto es así que publicaciones especializadas como National Geographic le han otorgado ya el título de “el mejor lugar del mundo para el avistaje de este tipo de cetáceos”.
Así las cosas, a nadie sorprendió el año pasado cuando la UNESCO decidió declarar a Península Valdés Reserva de la Biosfera. Ya no es sólo que sus 4.000 ballenas francas australes (una tercera parte de la población mundial) y la famosa “Vigilia de Ballenas” se hayan hecho populares en cualquier rincón del mundo, sino que todo el que visita este enclave también puede disfrutar de otros atractivos naturales.
Es el caso de la mayor colonia de cría de elefantes marinos del sur, que se ha convertido en el único apostadero continental con más de 20.000 ejemplares durante la etapa productiva. Unos elefantes que, además, comparten espacio con sus ‘primos’, los lobos marinos, cuyos machos no dudan en luchar con sus iguales por ganarse los encantos de las hembras en el mes de diciembre, cuando arranca la etapa reproductiva en apostaderos como la ‘Lobería Punta Pirámide’.
La lista de fauna que habita Península Valdés es interminable, con algunas especies en peligro de extinción que han encontrado aquí refugio: pingüinos de Magallanes, cormoranes imperiales, mara patagónica (una especie de conejo), caballo del diablo, barba de chivo, guanacos o ñandú de Darwin, entre muchas otras.
En el capítulo de la flora, la variedad no se queda corte frente a la fauna, comenzando por los mantos de algas con su abanico de colores (azul-verde, verde, parda y roja o amarillo-verde). Ya en tierra, según la región de Península Valdés, el visitante puede perderse por los bosques de pehuén o araucaria, maitén o ciprés. En la parte más húmeda de esta Reserva de la Biosfera crece el alerce y una gran variedad de arbustos, enredaderas, líquenes y musgos que terminan dando la sensación de que uno se pierde en la selva.
Esta riqueza natural es la que lleva a que, sólo en la primera semana de este año, ingresaran 17.512 personas a la Península Valdés. Si echamos la vista atrás, la cifra de visitantes en 2014 se situó en 355.133 personas, con un 55% de las mismas procedentes de la misma Argentina. Dado el volumen de turistas que no quieren perderse este tesoro natural, debemos animar a que quienes ingresen en Península Valdés practiquen un turismo responsable, cuidando y respetando la naturaleza para que esta Reserva crezca y se extienda mucho más.
Fuentes: Ecoticias | i-ambiente | AANPPV | Diario Jornada