Mapa del huracán MitchEn los próximos años la región centroamericana podría sufrir sequías y huracanes más intensos, con grave impacto en su economía, según indica el estudio «La economía del cambio climático en Centroamérica: Reporte técnico 2011«. En él, han participado 16 instituciones de los países centroamericanos, además de la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD) y la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA).

Se trata de una zona que por su posición geo-climática es más vulnerable a fenómenos como «El Niño» y, en las tres últimas décadas, los desastres registran un crecimiento anual estimado de 5% respecto a la década de los setenta. Hay consenso de que el aumento de la intensidad de los huracanes y las tormentas está asociado al cambio climático y que esta tendencia podrá aumentar.

El estudio indica como ejemplo de las consecuencias del cambio climático en la región, que los costes acumulados por huracanes y pérdidas en recursos hídricos, agricultura y biodiversidad representarían en 2100 el equivalente al 54% del producto interior bruto (PIB) de El Salvador.

Además, si continúa la tendencia actual, la temperatura en Centroamérica podría aumentar en promedio regional 4,2 grados centígrados y la lluvia anual podría disminuir en un 28% a finales de este siglo. Las posibles consecuencias: mayor intensidad de eventos extremos, sequías y huracanes, disminución de la producción agrícola y pérdidas de ecosistemas y biodiversidad.

Soluciones frente al cambio climático

Por ello, el estudio aboga por una ‘acción sostenible’, ya que ‘el reto de adaptación para Centroamérica exige redoblar esfuerzos para reducir la pobreza, la desigualdad y la vulnerabilidad ambiental y aumentar la capacidad adaptativa de las sociedades’.

Esta región es, además, rica en ecosistemas de biodiversidad abundante que deben ser preservados. Por ello, el estudio recomienda explorar políticas de adaptación con programas de reducción de pobreza, gestión integral de recursos hídricos, disminución de deforestación, transición a economías bajas en carbono y protección de ecosistemas naturales, entre otros.

Un elemento esencial para conseguirlo es el cambio tecnológico, entendido como acceso a tecnologías modernas y rescate de conocimientos y tecnologías tradicionales y locales. En este sentido indican que, si se combatiera la dependencia de fuentes energéticas importadas y de origen fósil evolucionando hacia el uso de fuentes renovables locales, mejoraría la seguridad energética, ahorrando divisas y reduciendo impactos negativos de los combustibles fósiles en la salud humana y en las emisiones contaminantes.

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