Erigida en 1985 en Oslo, la planta incineradora de Klemetsrud con sus tres incineradoras quema desechos “recuperando así el calor de la incineración para el sistema de calefacción de la ciudad así como para la electricidad” explica a Twenergy Jannicke Gerner Bjerkås, directora de comunicación de la Agencia de la Recuperación de Energía. “Producimos calefacción para unos 80.000 hogares”, añade.
La planta se nutre de residuos industriales, mayoritariamente, “porque básicamente comerciamos con ello. Los dueños de dicha basura pagan por deshacerse de ella, por lo que tenemos acuerdos comerciales con ellos. La ciudad de Oslo tiene otra planta incineradora aun más cercana al núcleo urbano, donde tratan la mayoría de los desechos domésticos”, añade. Si bien los contratos son confidenciales, se estima que el precio por tonelada alcanza las 500 coronas noruegas (unos 55 euros).
Sin embargo, grandes cantidades de desechos noruegos pasan de largo para irse a Suecia… El motivo es que el país vecino “ofrece sus servicios mucho más baratos, de este modo los dueños de los desechos tienen que pagar menos (que en Noruega) para librarse de ellos. Y eso no bueno para el medioambiente. Porque es tan barata la recuperación de energía que hace que no valga la pena clasificar la basura ni reciclarla”, concede Gerner Bjerkås.
No obstante, el gran reto de esta planta es la amenaza medioambiental que supone la emisión de CO2. Se estima que sus emisiones anuales se exceden
Este proyecto desarrollado por la compañía noruega Aker Solutions es, según ésta, el primero que se realiza en una planta de conversión de residuos en energía. Hasta el próximo mes de junio estará operativo mediante una unidad móvil instalada en la planta para tal efecto. Se estima que la planta de Klemestrud quema 365 kilogramos de basura de los 600.000 habitantes de Oslo. Ello supone, asimismo, el 20% de las emisiones de CO2 de la ciudad, de ahí que sea de crítica importancia la aprobación del proyecto y consiguiente financiación de la planta de captura y almacenaje de carbono a gran escala, cuyo alto coste no ha trascendido. En este proceso piloto, Aker Solutions estima que serán capaces de capturar el 90% de CO2. «Las pruebas verificarán importantes parámetros de funcionamiento tales como el consumo de energía, la degradación del disolvente o las pérdidas”, explicó la compañía en un comunicado.
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