La biometanización o digestión anaerobia, es un tratamiento de valorización de los biorresiduos que pretende ayudar a solucionar los problemas ambientales asociados a la gran generación de residuos, a su tratamiento y destino final, al mismo tiempo que produce biogás del que puede obtenerse energía.
Proceso de biometanización
El proceso de biometanización se realiza en ausencia de oxígeno con intervención de microorganismos en 4 fases diferenciadas:
– Hidrólisis, donde una serie de enzimas excretadas por las bacterias rompen las cadenas de las moléculas, obteniéndose compuestos con moléculas más sencillas (de hidratos de carbono a azúcares, de grasas a ácidos grasos y de proteínas a aminoácidos), aptas para el siguiente tratamiento.
– Acidogénesis, donde las moléculas generadas en el proceso anterior son atacadas por los microorganismos generando compuestos de cadena corta.
– Acetogénesis, en la cual los ácidos y alcoholes generados en el proceso anterior son oxidados por bacterias acetogénicas.
– Metanogénesis, donde por último, las bacterias metanogénicas convierten los productos orgánicos generados en la fase anterior en productos con un solo átomo de carbono, como son el dióxido de carbono (CO2) y el metano (CH4), es decir, el biogás.
El rendimiento de este proceso y, como consecuencia, la calidad del biogás obtenido, está muy influido por el tipo de sustrato de partida. Es preferible utilizar sustratos ricos en grasas, proteínas e hidratos de carbono, ya que su degradación conlleva la formación de cantidades importantes de ácidos grasos volátiles, precursores del metano.
Al tener tanta repercusión el tipo de residuo, solamente se emplea como sustrato aquel que haya sido separado correctamente en origen; incluso puede ser necesario hacer un pretratamiento para mejorar la calidad del residuo a biometanizar.
El biogás, fuente de energía limpia y renovable
El biogás, obtenido del proceso de biometanización, está compuesto aproximadamente por un 60% de metano (CH4) y un 38% de dióxido de carbono (CO2), junto con trazas de otros gases. Antes de su utilización, este gas necesita pasar por una depuración que será diferente dependiendo de la utilidad que se le vaya a dar.
Las aplicaciones más habituales del biogás son la combustión directa para la producción de calor y la generación de electricidad. Existen incluso sistemas que combinan ambos métodos, cuya eficiencia es aún mayor. Empieza también a despertar interés su utilización como combustible en vehículos y la integración en la red de gas natural. En todo caso, el biogás se considera una fuente de energía limpia y renovable, por su contribución baja de emisiones de gases de efecto invernadero, que se obtiene de la valorización energética mediante la biometanización de los desechos.
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