Tal vez no seamos conscientes de su papel pero hay muchos avances que dependen del futuro de los acumuladores. Las fuentes de energía limpias como la solar y la eólica podrían generar cantidades suficientes como para abastecer a todo el planeta, sin embargo, aún no se han desarrollado en toda su plenitud. Lo mismo ocurre con los vehículos eléctricos, una alternativa mucho más respetuosa con el medio ambiente que los coches de combustión. Y aunque tanto las unas como las otras han despegado, el desarrollo de esta especie de almacenes energéticos supondría el impulso definitivo en su consolidación como una alternativa real a las fuentes de energía tradicionales.
Y es que, actualmente, los acumuladores presentan dos «handicaps» difícilmente superables: su tamaño es desproporcionadamente grande en relación a la energía que pueden almacenar. Lo mismo ocurre con su peso. Con estos inconvenientes, la utilidad de estas «pilas gigantes» en estos momentos es mucho menor de lo que podría ser potencialmente. Por ejemplo, los acumuladores que debería utilizar un coche eléctrico para poder igualar en potencia a un vehículo de combustible tradicional tendrían que pesar varias toneladas. Además, su autonomía es muy limitada y hacen falta muchas horas de repostaje para recorrer distancias mucho menores que en un vehículo convencional.
Así pues, parece que los acumuladores podrían ser una pieza clave para ayudar a que las fuentes de energía renovable despegaran. Pero todavía no han acabado de desarrollar todas sus posibilidades; son varios los proyectos que están en marcha actualmente para mejorarlos y que han visto en la nanotecnología un punto de esperanza.
Con la vista puesta en el futuro
Varios proyectos de I+D están trabajando en estos momentos para poder minimizar el inconveniente del peso y del tamaño, y el papel que jugarán los nanomateriales (con el tamaño de una milmillonésima parte de un metro) es clave. La mayor parte de estos estudios se están desarrollando en Estados Unidos y hay varias empresas inmersas en la carrera por ser el primero en encontrar la clave. Japón es el otro polo de las investigaciones. Allí, Honda y Toyota intentan encontrar la clave para poder lanzar a gran escala los vehículos eléctricos reduciendo su precio, aún alto si lo comparamos con los vehículos tradicionales.
Y, aunque los protagonistas saben que aún queda un largo camino por recorrer, ya pueden palparse algunos avances. Por ejemplo, en el Instituto Politécnico Rensselaer (RPI) en Troy, Nueva York, han conseguido desarrollar un nuevo material compuesto de nanocapas, con la consecuente reducción de espacio y peso. En el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), han comenzado a utilizar el carbono y otras moléculas con gran capacidad para almacenar energía e hidrógeno.