La contaminación acústica puede definirse como el exceso de sonido que altera las condiciones ambientales normales de una determinada zona, degradando la calidad de vida de sus habitantes.
Según la Organización para la Economía, Cooperación y Desarrollo (OCDE), alrededor de 130 millones de personas en todo el mundo residen en zonas con un nivel sonoro superior al límite aceptado por la Organización Mundial de la Salud (65 dB), y otros 300 millones se encuentran en zonas de incomodidad acústica, es decir, entre los 55 dB y los 65 dB.
Determinar las posibles fuentes de ruido urbano requiere un trabajo de campo muy minucioso pero, de manera global, podemos señalar al tráfico motorizado como causa fundamental de la contaminación acústica en entornos urbanos. En España, por ejemplo, el actual parque automovilístico cuenta con más de 16 millones de vehículos, los cuales suponen una fuente de ruido constante.
Además, la construcción de autovías o circunvalaciones cercanas a los núcleos de población ha multiplicado el efecto del tráfico rodado y por tanto el ruido que éste genera, de forma que incide sobre la salud de los ciudadanos, dependiendo del tiempo de exposición y la sensibilización de cada individuo.
Efectos sobre la salud
El ruido puede generar efectos nocivos importantes sobre la salud y la calidad de vida de la población. Diferentes estudios médicos han podido demostrar la relación entre dicho fenómeno y algunos efectos sobre la salud como:
– Pérdida auditiva
– Alteraciones hormonales
– Problemas digestivos
– Problemas cardiovasculares
– Estrés y perturbación del sueño
– Irritabilidad o, incluso, agresividad
Además, la contaminación acústica también afecta, de manera muy negativa, a la fauna. Muchos animales emplean el sonido como medio de comunicación, por lo que el ruido puede actuar como una barrera, influyendo en su comportamiento, orientación o, incluso, en su reproducción.
En cuanto a los intentos realizados para paliar esta problemática, las estrategias adoptadas difieren considerablemente de unos países a otros, por una parte, por la diferente sensibilidad que muestran ante la contaminación acústica y, por otra, debido a las repercusiones tecnológicas, económicas y sociales que conlleva cualquier política eficaz de lucha contra el ruido.
Chile prepara una nueva normativa para mejorar el aislamiento acústico
En Chile, cuatro de cada 10 denuncias interpuestas ante la Superintendencia de Medio Ambiente corresponden a personas afectadas por el ruido. Debido a esta problemática, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MiNVU) comenzó en junio de 2013 la actualización del Reglamento de acústica de la Ley de Urbanismo y Construcción, con el fin de exigir mejores aislamientos en las viviendas, teniendo en consideración las nuevas fuentes como el tráfico o la industria, no consideradas en el momento de su elaboración inicial.
Según Ragnar Branth, jefe de la Dirección Técnica, el actual reglamento se elaboró para el aislamiento de estructuras divisorias entre las viviendas, como los muros, para evitar escuchar los sonidos emitidos en la calle. Sin embargo, dicha normativa no considera la habitabilidad ni la salud de los habitantes.
La elaboración de esta actualización del reglamento estará a cargo de una comisión integrada por el Minvu, expertos de universidades y la Cámara Chilena de Construcción, entre otros. Para ello, según el Director del Instituto de Acústica de la Universidad Austral, Enrique Suárez, la zona en la que se vaya a edificar debería ser un parámetro clave a considerar.
¿Conseguirán así eliminar este tipo de contaminación, tan molesta y perjudicial como invisible?
Fuentes: biobiochile / cruzrojamadrid / Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente / Flickr / Elaboración propia