Escribirlo parece una rutina habitual que nos ayuda a recordarlo mejor, nos compromete en cierta forma. Por otro lado, resulta cuanto menos curioso cómo también a algunos les ayuda el comunicar su propósito a otra persona de confianza proporcionándole cierto compromiso hacerlo. Hacer deporte, dejar de fumar, adelgazar, etc. son los más demandados y los que tienen el mayor nivel de incumplimiento y frustración mundial que se puede imaginar.

A la vuelta de mis vacaciones, les pedí a 10 amigos que una vez finalizadas las suyas, escribieran y me enviaran un listado con los propósitos que tenían previsto realizar el próximo curso escolar. Pues bien, os sorprenderéis al comprobar como 7 de los 10, se había planteado alguna cuestión relacionada con el medio ambiente, el ahorro energético, las emisiones contaminantes de CO2, etc. ¡Un 70% no está nada mal! Lo que demuestra que cada vez tenemos más conciencia de la importancia del respeto y cuidado de nuestro planeta.

De los recibidos (y tengo que agradecer que fueran los 10), hubo uno que me llamó en especial la atención y lo he copiado tal cual por ser una auténtica declaración de intenciones y respeto al medio ambiente.

Querido Carlos,

He pensado en modificar alguna de las intenciones o buenos propósitos -estoy seguro de que los conseguiré- con los que arranco desde hoy mismo que acabo de llegar de unas vacaciones para recordar. Sin embargo, he decidido no cambiar nada de lo que en un principio escribí, ya que me he dado cuenta que tomando decisiones de este tipo y llevándolas a cabo, es cuando mejor me siento.

Esperando que lleguen a buen término y que no queden en una mera declaración de buenas intenciones, ahí van:

1. Voy a ser más feliz.

2. Ahorraré energéticamente sobre todas las cosas, lo que supondrá no solo un guiño a nuestro planeta, si no también un ahorro económico considerable que en los tiempos que corren, no viene nada mal. Una temperatura de 21o es suficiente para mantener el confort de una vivienda; aprovecharé el calor del sol para secar la ropa y dejaré de ponerla encima del radiador, no precalentaré el horno para cocciones superiores a una hora y lo apagaré un poco antes de finalizar para aprovechar el calor residual; adaptaré la iluminación a mis necesidades, dando preferencia a la iluminación localizada, ahorrando y consiguiendo un ambiente más confortable.

3. Voy a poner mi mejor sonrisa ante las adversidades y le daré la importancia que se merece. Ni más, ni menos.

4. Utilizaré el transporte público para mis desplazamientos. Además, ¿recuerdas la estupenda bicicleta que me regalasteis hace un par de años? ¡Te puedo asegurar que esta vez, la voy a utilizar para ir al trabajo! Cuando tenga que coger el coche, conduciré de manera eficiente, disminuyendo el consumo de carburante y las emisiones de CO2.

5. Voy a olvidar lo que siento y recordar lo que merezco.

6. Reciclaré después de aprender a utilizar los diferentes cubos de colores que hay en mi casa y darme cuenta que no forman parte de la decoración.

7. Me voy a permitir días de bajón y días de alegría, sin reprocharme por ello.

8. Nada de dejar los aparatos en stand by… ya me quedo yo más de una vez en ese estado, como para encima tener que pagar por ello.

9. Comida sana y equilibrada con algún capricho esporádico -espero que sea contigo querido amigo-.

10. Voy a racionalizar el consumo de agua. Se acabaron los baños interminables, de ahora en adelante duchas de 3 a 5 minutos con agua caliente incluida -una temperatura de entre 30 y 35o es suficiente para sentirse cómo en el aseo personal-, pasado ese tiempo se corta el suministro -una ducha consume del orden de 4 veces menos agua y energía en un baño-. Nada de lavarse los dientes y afeitarse con el grifo abierto.

Pues bien, mientras se cumplan algunos de los propósitos mencionados, ya será una buena contribución tanto para el planeta como para mí. Estoy seguro de que más de uno, sería feliz tan solo con dejar de fumar o apagando las luces.

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