El Invierno, es esa época del año en que podemos percibir diferentes sensaciones que nos acercan a la conclusión de las fechas en las qué estamos:
Tacto: sobre nuestra piel sentimos un mayor frio y humedad en el ambiente, normalmente acompañado con unas diferencias de temperaturas más drástica entre las horas de la noche y del día, de esta forma somos conscientes de que estamos en Invierno.
Vista: podemos percibir como los colores vivos de la naturaleza se marchitan volviéndose marrones y ocres…el sol amanece con menos intensidad y se retira pronto, los días son cortos como propiamente pasa en Invierno
Gusto: teniendo en cuenta las buenas costumbre culinarias que acompañan la cocina Española, en Invierno cambiamos los platos frescos del verano en los chiringuitos de playa por los platos de cuchara propios de montaña y cuya temperatura nos ayuda al cuerpo a mantener la temperatura interior necesaria de confort.
Oído: los sonidos que nos rodean en verano mutan totalmente entre estaciones, pasado del clásico “tengo chopitos, tengo ensalá…” y de los gritos propios de las actividades en los exteriores de las casas, a las actividades y sonidos propios de las chimeneas encendidas o juegos de salón en familia propios del Invierno
Olfato: los olores del Invierno varían por el nivel de humedad propio de las lluvias que nos rodean en esta estación del año, al igual que los olores más cotidianos del verano, como puede ser el olor de barbacoa que cambia por el olor de humo de chimenea, propio de las necesidades diferentes de ambas estaciones del año.
Efectivamente, hemos podido comprobar que nuestro cuerpo y sus sentidos se adaptan a las circunstancias que le rodean para así poder optimizar las relaciones que existen entre los elementos externos a nosotros y nuestras capacidades de percibir y adecuar nuestros biorritmos a las necesidades energéticas del cuerpo y las percepciones que recibimos.
Nuestros hogares se comportan igual que la naturaleza, y no nos damos cuenta, pero debemos adaptar nuestros capacidades y usos del hogar en aprovechar todos los recursos disponibles en nuestro alrededor para optimizar la energía que consumimos en cada cambio de estación.
Algunos cambios de costumbres que se producen y debemos controlar son:
– Normalmente pasamos más horas en casa , lo que provoca un uso intensivo de los sistemas de calefacción para poder tener una temperatura de confort mínima de 22ºC
– Las horas de luz natural disminuyen, lo que conlleva a que tengamos más horas encendidas las luces de casa, incrementando el consumo por la vía de la iluminación.
– La temperatura exterior disminuye, con lo que se incrementa el salto térmico producido por los aislantes de nuestras viviendas, debiendo hacer un mayor uso de la calefacción que compense la menor temperatura exterior de la vivienda, y la fuga de calor hacia el exterior.
Teniendo en cuenta estos aspectos entre otros, mejoraremos los consumos de energía en épocas extremas de frio como el Invierno que este año estamos disfrutando.