La cáscara de almendra es un residuo que se origina en empresas destinadas a la manufactura y envasado de estos frutos. Tras el pelado de la almendra, la cáscara solía desecharse, hasta que se encontró su utilidad como recurso energético.

La cáscara se puede emplear en varios calibres: entera, triturada o en forma de polvo. Además, dependiendo de su tamaño, puede usarse en diferentes tipos de estufas:

• En estufas de leña tradicionales:

Puede ser utilizada entera, como complemento a la leña normal.

• En estufas específicas de biomasa:

Se emplea triturada (de 2 a 6 mm o de 6 a 12 mm) o en polvo (menos de 2 mm), que funciona muy bien como sustituto del hueso de aceituna o pellet, puesto que presenta unas características en humedad relativa y residuos de cenizas muy similares.

Ventajas del uso de la cáscara de almendra

La cáscara de almendra se encuentra entre los mejores combustibles sólidos del mercado gracias a una serie de ventajas:

– Precios reducidos y estables:

Su precio no varía como sucede con los combustibles fósiles y, al proceder de los residuos del descascado de la almendra, resulta muy reducido.

– Tienen un gran poder calorífico:

El poder calorífico de la cáscara de almendra (tanto el superior como el inferior) es mayor que el del hueso de la aceituna y el del pellet, alcanzando los 4750 kcal/kg (frente a los 4087 kcal/kg del hueso de aceituna).

– Los sacos no contienen finos ni polvo, por lo que no hay que tomar otras precauciones que sí se hacen necesarias con otro tipo de biomasa.

– Al quemarse producen muy bajo contenido en cenizas (0.86-1.50%).

– Son totalmente secas, lo que permite que la combustión sea muy buena, al contrario de lo que sucede con otros combustibles que retienen humedad.

La cáscara de almendra es un combustible que ofrece muchas ventajas como hemos visto, pero sin duda la mayor es que es un residuo reciclado de origen vegetal cuyas emisiones de Gases de Efecto invernadero (GEI) pueden considerarse nulas.

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