Cuando hablamos de energía en nuestros coloquios habituales y si tenemos un grado de concienciación razonable, es decir que somos conscientes que la energía es un bien escaso y finito y por tanto hacer un uso eficiente es lo que debiéramos hacer, no siempre somos conscientes de que a nivel global siguen existiendo un número muy importante de personas en el mundo que el acceso a los servicios modernos de energía sigue siendo una quimera.
La crisis económica que vivimos está provocando que aunque sea posible, desde un punto de vista físico, acceder a energía sin embargo cada vez más gente, incluso en nuestro propio entorno, no pueda acceder por motivos económicos. Ya no existe discusión que disponer de energía significa disponer de una mejor calidad de vida, y que estamos inmersos, sobre todo en el mundo desarrollado, en un modelo de consumo donde la energía tiene un peso importante. Por ello, el ahorro energético, la eficiencia energética, el no consumir más que lo necesario son conceptos básicos que no podemos olvidar los que tenemos el privilegio de tener acceso físico y económico a los servicios energéticos modernos.
Pero tampoco debemos olvidar que no todo el mundo puede bajar la calefacción a 22 grados porque simplemente no tienen calefacción, no puede apagar el stand by de los electrodomésticos porque no tiene electrodomésticos, o no pueden cambiar las ventanas de sus casas a ventanas de doble cristal porque viven en una choza con ventanas de plástico, se puede decir que estos viven en pobreza energética. Yo estoy convencido que a la mayoría de los que nos preocupa la eficiencia energética, todavía nos preocupa más la pobreza, como sinónimo de no disponer de aquellos bienes básicos para vivir una vida digna. Por ello, esos conceptos ahorro, eficiencia y pobreza energética deben tratarse con el mismo afán y rigor.
La AIE pone de manifiesto en su informe para el 2013, que en el 2030 todavía habrá cerca de 1000 millones de personas en el mundo sin acceso a la electricidad, y más de 2500 millones que seguirán sin tener acceso a uso de las cocinas limpias, siendo el África subsahariana y Asia donde se concentrarán la mayoría de esas personas. Sin embargo la AIE no se hace eco del problema suscitado anteriormente de la pobreza energética en los países desarrollados y que empieza a ser de una relevancia considerable y que no podemos ni debemos perder de vista.
Yo quiero terminar animando a los miles de visitantes de twenergy a que, si están de acuerdo con lo aquí indicado, nos ayudéis a transmitir el mensaje de que el problema de no poder acceder a los servicios energéticos modernos por falta de acceso físico o económico debe tratarse al mismo tiempo y con, al menos la misma intensidad, que el ahorro y la eficiencia energética. Con el ahorro y la eficiencia preservamos la energía y el medio ambiente; eliminando la imposibilidad de acceder a la energía mejoramos la calidad de vida de los ciudadanos y hacemos un mundo mejor para más gente.