Los «molinos de viento» o aerogeneradores, verdaderos «colosos» que cada día son más familiares en los paisajes que nuestro país, son generadores de energía eléctrica gracias a la acción del viento.
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¿Cómo funciona un molino de viento?
Las partes visibles de un aerogenerador son la góndola (carcasa que protege su mecanismo interno) y las palas del rotor (que pueden tener hasta 20 metros de longitud), además del largo mástil que sostiene el aerogenerador. Pero después encontramos varios elementos que entran en juego y que ya no pueden percibirse a simple vista.
En primer lugar, se encuentra una pieza llamada buje que une las palas con un eje de baja velocidad (cuyo movimiento no supera las 30 rpm) que, a su vez, está conectado a un multiplicador. Esto es lo que permite que, a pesar de que veamos que las palas del molino no se mueven a gran velocidad, al pasar por el multiplicador, ésta se acelere significativamente en el eje de alta velocidad (puede llegar a girar hasta 50 veces más rápido que el eje de baja velocidad).
De no ser por este aumento de la velocidad, el generador eléctrico (cuya potencia puede alcanzar entre 500 y 1.500 kW) no se pondría en marcha que es, a fin de cuentas, que es el que se encarga de realizar la transformación completa de la fuerza del viento en electricidad.
Surge ahora una pregunta: si el viento cambia de dirección, ¿perderemos energía? No, porque para eso existe otro componente, el controlador electrónico, que monitoriza las condiciones del viento y reorienta las palas según sea preciso.
A grandes rasgos, y sin olvidar el refrigerador necesario para evitar sobre calentamientos en el generador, estos son los componentes que bajo la góndola y coronando la torre del molino, ayudan a generar energía eléctrica.
El potencial de los aerogeneradores eólicos
Llegados a este punto, uno se pregunta qué capacidad real tiene un aerogenerador de absorber la energía del viento. Es lo que se denomina el potencial eólico y viene determinado por variables como la densidad de potencia (la distribución de la energía eólica a distintas velocidades del viento), la curva de potencia (indica la potencia eléctrica obtenida para cada velocidad del viento) o la denominada distribución Weibull, que determina la probabilidad que hay a lo largo de un año, en un área concreta, de que un viento sople a una velocidad u otra.
Y es que debe tenerse claro que, en esto de la energía eólica, no existe el café para todos. Es decir, que cada aerogenerador se diseña en función de unas necesidades concretas tanto de potencia como de eficiencia energética. Los proyectos de investigación no cesan y se buscan nuevas tecnologías no sólo para un mejor aprovechamiento de la energía -aumento de la eficiencia energética- sino, también, para aminorar el ruido, reducir los litros de lubricantes necesarios y reducir la velocidad de las palas y así, el peligro de colisión de las aves.