El funcionamiento es simple: las barbacoas solares generan calor mediante la concentración de la luz. Para ello utilizan una vasija reflectora parabólica -en forma de plato o de cilindro- que concentra los rayos solares en su eje focal, donde se colocan los alimentos para cocinar. Otra de sus ventajas es que son más seguras y limpias: no utilizan elementos combustibles y concentran los rayos solares en la zona de cocinado, evitando residuos -como cenizas- y posibles incendios.
En el mercado podemos encontrar varios modelos, aunque al producirse de forma más minoritaria, resultan más costosas que las barbacoas convencionales. Su coste puede oscilar entre 200 y 500 euros. iD Cook es una empresa francesa que apuesta por esta alternativa sostenible. Vende varios modelos como la Cookup Inox o la Cookup 200, ganadora en 2010 el premio francés de diseño industrial Janus (consulta su web en español). Biogri es otro modelo de barbacoa solar con diseño cilíndrico. De origen italiano, tiene una web en español donde se puede adquirir.
Si bien uno de los inconvenientes de las barbacoas solares es que dependen del sol, lo que hace que en días nublados cueste alcanzar altas temperaturas para cocinar, los investigadores tratan de solventar este problema con sistemas de acumulación térmicos. Un ejemplo es el trabajo que está realizando el equipo de estudiantes del MIT que, junto al profesor David Wilson, ha creado una barbacoa solar que promete captar y almacenar energía solar térmica para cocinar durante 25 horas seguidas a temperaturas superiores a 230º C. La tecnología de Wilson utiliza lentes Fresnel para concentrar el calor del sol y fundir un contenedor de nitrato de litio, una especie de batería solar, lo que hace posible cocinar en el exterior a cualquier hora del día.
Además de sus ventajas ambientales y su comodidad a la hora de cocinar, estas parrillas solares suponen una alternativa en países pobres y zonas sin energía para preparar alimentos.
Fuentes: Twenergy / IDAE / Flickr