La última sección que se ha incorporado a la planta proporciona una capacidad de 78 MW y se ha construido en tan sólo tres meses. Nada menos que una ampliación montada sobre la base de 330.000 módulos solares cristalinos, convirtiendo la energía con 62 unidades inversoras. En total, el parque solar arroja una capacidad de 166 MW.
Pero sin duda alguna, no sólo es su capacidad de generación lo que le convierte en un proyecto muy especial, sino también la ubicación de las instalaciones: una antigua mina a cielo abierto, que llevaba abandonada desde hace años. Este tipo de explotaciones mineras son muy impopulares entre los colectivos ecologistas pues atentan gravemente contra el medio ambiente y, a pesar de que sus proyectos de evaluación del impacto medioambiental siempre reservan un espacio para la restauración, ésta nunca es lo suficientemente buena, dejando parajes desoladores.
En definitiva, son explotaciones que impiden el uso productivo de las tierras para cultivar alimentos y difícilmente vuelven a adaptarse a ese entorno tanto la fauna como la flora autóctona. En este sentido, la puesta en marcha de la planta solar saca el mejor partido a una zona ya deteriorada, proporcionando energía verde que sin duda contribuirá a reducir la dependencia de combustibles fósiles y, con ello, las emisiones de CO2 a la atmósfera.
Otras iniciativas alemanas para impulsar la «energía verde»
No es el único ejemplo de cómo Alemania es capaz de reconvertir en energía terrenos «malditos». Podemos mirar también hacia las Montañas de Harz, situadas entre Núremberg y Hamburgo y con un oscuro pasado marcado por la II Guerra Mundial, cuando los fabricantes de misiles nazis convirtieron sus minas subterráneas en campos de trabajos forzados. Desde entonces, aquella región no había conseguido recuperar su brío de antaño, cuando sirvió para inspirar a genios de la literatura como Goethe.
Ahora, aquellas montañas se podrían reconvertir en almacenes de energía renovable. Los ingenieros alemanes trabajan en un proyecto mediante el cual se utilizará los excedentes de energía eléctrica para bombear agua hacia tanques de almacenamiento dentro de las minas. Cuando no se genere la energía verde suficiente para satisfacer la demanda, se liberará el agua de las minas que, en su descenso, moverá turbinas como una central hidroeléctrica, generando electricidad. Esta nueva central se encontrarán a 174 y 220 metros bajo de la superficie terrestre. Los promotores del proyecto ya están manos a la obra para, en los próximos tres años, reunir los 200 millones de euros necesarios para poner en marcha el sistema.
Fuentes: Twenergy / La Información / Ison21 / inhabitat / u-energy.de / Flickr