¿Cuántas veces hemos oído la cantidad de ventajas que presentan los LED? Entre ellas destacan las siguientes:

– su menor consumo energético y, por tanto, menores emisiones de CO2,

– no contener mercurio, lo que reduce su toxicidad,

– su larga vida útil,

– su posibilidad de regulación de 0 a 100%, que le permite llegar a máximos ahorros de energía,

– la iluminación puntual, unidireccional y focalizada que aumenta la eficiencia del sistema,

– sus reducidos costes de mantenimiento,

– no emitir radiación infrarroja o ultravioleta en el haz de luz,

– su encendido instantáneo.

En cambio, algún municipio ya ha preferido hacer el cambio de lámparas a vapor de sodio en vez de a LED.

¿Será oro todo lo que reluce?

Su larga vida útil de la que tanto presume, dependerá de la capacidad de disipar el calor generado por el LED. 30 grados de temperatura pueden hacer variar la vida de un LED desde 60.000h a 15.000h. Por ello es muy importante tener en cuenta que la instalación de un LED en una luminaria que no ha sido diseñada para el mismo dificultará la evacuación de calor, lo que provocará un aumento de la temperatura. Esto se verá reflejado en una disminución del flujo emitido  y, como hemos visto, de la vida útil del mismo.

Además, hay que distinguir entre un chip LED y una luminaria con LED. La vida útil de los LED dentro de una luminaria puede ser mucho menor que la que dan los fabricantes por su chip. Por otro lado, la lámpara de LED de sustitución directa tiene un incremento de peso del 900% en comparación con la lámpara anterior. Si, además, la lámpara no es de sustitución directa, existe el riesgo de modificar el esquema eléctrico y la fotometría.

Grupos de astrónomos y ecologistas han sacado también otras conclusiones preocupantes:

Todavía no tienen un formato estandarizado ni suficiente normativa que los regule.

– Por su concepción focal, las instalaciones de alumbrado fácilmente pueden deslumbrar superando el 15% de incremento umbral.

– Existen posibles riesgos para la salud humana derivados de la luz intrusa extremadamente azulada en algunos LED que emiten a ciertas longitudes de onda. Esto es debido a que ésta provoca una mayor secreción de  hormona melatonina en seres humanos, que puede producir depresión e insomnio. Por esta razón los fabricantes están intentando conseguir LED de luz blanca cálida con mayor eficiencia.

– Afecta al medio ambiente por emisión de luz intensa en longitudes de onda cercana a los 440 nm (algunas normativas prohíben esas radiaciones para proteger la biodiversidad). Pese a lo que tiende a pensar, este tipo de luz es la que causa una mayor contaminación lumínica, ya que es la que se difunde con mayor eficacia en la atmósfera.

– Se requieren muchos LED para sustituir a una lámpara de descarga, por lo que en la mayoría de las actuales luminarias de LED hay múltiples fuentes luminosas que si fallan aleatoriamente producirán fallos en la uniformidad de la iluminación.

Al mismo tiempo, el estar tan de moda ha hecho que existan multitud de fabricantes fraudulentos que tratan de aprovecharse de la situación. Por ello es muy importante pedir las especificaciones del fabricante y los certificados de calidad. En España el IDAE, en colaboración con el CEI, ha publicado una serie de especificaciones técnicas exigibles a las luminarias LED.

Por lo tanto, aunque es cierto que los LED presentan multitud de ventajas, habrá que estudiar muy bien en cada caso la conveniencia de instalarlos y no dejarse llevar solo por las tendencias.

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